¿No es maravilloso esto hermanos? El infractor de la ley, el reo de condenación, el convicto es salvado del justo juicio de Dios por el mismo juez eterno que pesó su maldad y lo halló culpable. ¿Dónde podríamos encontrar tanto amor, misericordia y gracia juntos, acompañados de santidad y justicia verdadera? Solo en Cristo es posible, pues en Él habitó la plenitud de la deidad. Solo Él podía juzgar con justicia y salvar al pecador sin quebrantar su santidad, nos recuerda una y otra vez la palabra de verdad.