Noviembre 28: Meditación Bíblica para 1 Crónicas 24-25

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Lecturas Bíblicas: Día 332
1 Crónicas 24–25 | 1 Pedro 5 | Miqueas 3 | Lucas 12

En 1 Crónicas 25, David dirige y organiza una división de los levitas que no eran sacerdotes para que sirvieran como músicos en la casa de Dios. Como comentamos en la meditación de 1 Crónicas 16, David nombra a tres líderes de los músicos, uno de cada clan de la tribu de Leví: Asaf el gersonita, Jedutún (también llamado Etán) el merarita y Hemán el coatita. Estos líderes, sin embargo, no son meros músicos hábiles, sino que profetizan con liras, arpas y címbalos (1 Cr. 25:1). A cada líder se le llama explícitamente profeta de alguna manera: Asaf profetiza bajo las órdenes del rey (1 Cr. 25:2); Jedutún profetiza “con arpa, para aclamar y alabar a Jehová” (1 Cr. 25:3); y Hemán es “vidente del rey” (1 Cr. 25:5). En otras palabras, la música no tenía tanto que ver con el sonido como con la declaración de la palabra profética de Jehová. Además, David establece una formación musical formal, en la que maestros y alumnos colaboran activamente para desarrollar la siguiente generación de líderes musicales (y proféticos) entre los levitas (1 Cr. 25:7-8).

Este ministerio profético de la música continúa en el nuevo pacto, cuando Pablo ordena a la Iglesia que “la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” (Col. 3:16). Obsérvese el contexto de los cantos de la Iglesia: debemos cantar para que la palabra de Cristo habite abundantemente en nosotros, es decir, la palabra profética de Cristo escrita en las Escrituras. Además, cantamos para enseñarnos y amonestarnos unos a otros con toda sabiduría, es decir, para que podamos entrenar a las generaciones venideras a conformarse a la imagen de Cristo, que es la sabiduría de Dios (1 Cor. 1:24).

Pero donde la música era el ministerio exclusivo de los levitas bajo David, éste es el ministerio de todo el pueblo de Dios bajo el Hijo mayor de David. Como hablamos ampliamente durante nuestro estudio del libro de Números, a los levitas que no eran sacerdotes se les concedieron privilegios menores que a los sacerdotes levitas, pero mayores que al resto de Israel. La razón de ello era proteger y preservar la santidad de Dios, pero también prefigurar el día en que Jesucristo limpiaría y santificaría a todo su pueblo como la nueva morada del Espíritu Santo. Aquí también, el ministerio de los levitas prefigura la forma en que Dios nos llevaría a todos nosotros al ministerio musical en nuestra adoración.

Cantar al Señor es un gran privilegio que no debemos tomar a la ligera, y Cristo mismo vino como Hijo de David por excelencia para capacitarnos a todos para cantar en su presencia. Hermanos y hermanas, cantemos, pues, con alegría al Señor.


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