Lecturas Bíblicas: Día 126
Números 14 | Salmos 50 | Isaías 3–4 | Hebreos 11
Si las cosas empezaron a desmoronarse en Números 12, es en Números 13 y 14 cuando la situación en Israel se desmorona por completo. Desde que Jehová prometió a Abraham que daría a su descendencia la tierra de Canaán como posesión eterna (Gn 12:7, 15:7-21, 17:8), Israel sólo había tenido un objetivo: tomar posesión de la herencia que Jehová le daba.
Sin embargo, cuando llega el momento en que los espías enviados a la tierra inspiran al pueblo de Israel para que se apodere de su herencia, éste se rebela contra Jehová y se niega a entrar en la tierra por miedo a sus habitantes. Incluso llegan a afirmar que los Nefilim de Génesis 6:4 todavía existen en la tierra, listos para pisotear a Israel como langostas (Núm. 13:33).
Ciertamente, existían siete naciones en Canaán, todas ellas más numerosas y fuertes que Israel (Dt. 7:1), y los pueblos de Canaán vivían en ciudades fortificadas. Pero estos mismos israelitas habían visto a Jehová liberarlos de Egipto mediante grandes señales y prodigios, declarando la guerra a Egipto mediante plagas y destrozando al poderoso ejército egipcio de un solo golpe en el Mar Rojo. No es de extrañar que leamos a Jehová exclamar: “¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo?” y “¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?“. (Núm. 14:11, 27).
Sin embargo, hay dos puntos brillantes en esta historia. En primer lugar, dos de los espías -Caleb y Josué- no siguen la corriente de los otros espías, sino que dan un buen informe, animando a Israel a seguir adelante y tomar posesión de su herencia. Por ello, sólo Caleb y Josué entrarán finalmente en la Tierra Prometida, mientras que los demás espías morirán en el desierto junto con el resto de Israel (incluido Moisés), y Josué asumirá de hecho el liderazgo de Israel de manos de Moisés. Esta historia es una parte importante de su desarrollo y preparación para liderar Israel, como veremos en el libro de Josué.
En segundo lugar, Moisés intercede una vez más en favor de Israel, impidiendo que Jehová los aniquile y vuelva a empezar sólo con él. La oración de Moisés en Números 14:13-19 es una clase magistral de oración que merece un estudio cuidadoso.
Y al hacerlo, Moisés nos da también una imagen de cómo es que el Hijo interceda por nosotros ante el Padre. A pesar del horrible pecado que acababan de cometer, el abogado de Israel intercede con éxito por ellos y consigue su perdón.
Medita, pues, en Romanos 8:34: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros“.
El Evangelio anuncia esta buena noticia: Tenemos un mediador aún más grande que Moisés.