Lecturas Bíblicas: Día 136
Números 25 | Salmos 68 | Isaías 15 | 1 Pedro 3
Como comentamos en nuestra meditación de Números 22, el libro de Números describe el declive de Israel. Al principio de Números, vemos el sistema perfecto que Israel recibió y que hizo posible que Jehová habitara en medio de ellos, pero luego el resto del libro traza la caída de Israel hasta llegar a lugares extremadamente oscuros de rebelión. Aquí, en Números 25, las cosas siguen empeorando cuando Israel empieza a adorar a los dioses de los moabitas y los madianitas. Números 25:3 es la declaración trágica del pasaje: “Así que Israel se unió a Baal de Peor“.1 Esta es la pesadilla del becerro de oro otra vez, con el pueblo de Jehová adorando dioses falsos.
Pero justo cuando Jehová dio la orden a los jueces de Israel de que recorrieran el campamento y mataran a todos los hombres que hubieran empezado a adorar al Baal de Peor (Núm. 25:5), un israelita metió en su tienda a una mujer madianita. Finees, nieto de Aarón, se levantó, tomó una lanza y atravesó por el vientre al hombre y a su ramera (Núm. 25:1), y Jehová amainó su ira contra Israel (Núm. 25:7-8). Jehová se alegró de que Finees hubiera sido celoso por su causa, y bendijo a todo Israel por lo que hizo Finees.
Es fascinante, sin embargo, que cuando Jesucristo vino, no vino a castigar a los malhechores y a los adoradores de dioses falsos. No encontramos a Jesús traspasando a pecadores para borrar los pecados de Israel; en cambio, vemos a Jesús sometiéndose a ser traspasado para tomar sobre sí la ira de Dios contra nuestro pecado.
En última instancia, la obra de Finees abordó un problema en un momento de la historia de Israel. Sin embargo, cuando Jesucristo entregó su vida como sacrificio en la cruz, se ofreció a sí mismo como sacrificio único por el pueblo de Dios.
Por eso, en Números 25, casi podemos oír a Dios insinuando la gran obra de su Hijo, diciendo que el Señor Jesucristo “ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel.” (Núm. 25:11-13).
Por tanto, hoy, no te juntes con los falsos dioses de este mundo (2 Co. 6:14), sino más bien recuerda las palabras de tu bondadoso Salvador, que fue traspasado por ti: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mt. 11:29-30).
Notas al pie
- No es probable que se trate del mismo Baal al que se enfrenta el profeta Elías más adelante en la historia de Israel. La palabra Baal significa simplemente “Señor”, y era una palabra general utilizada como título para muchos dioses, incluido Jehová, en ocasiones (por ejemplo, Os. 2:16). ↩︎