Lecturas Bíblicas: Día 137
Números 26 | Salmos 69 | Isaías 16 | 1 Pedro 4
La razón por la que nuestras Biblias en español llaman a este libro “Números” es porque se hacen dos censos nacionales: uno en el primer capítulo y otro aquí: “A estos se repartirá la tierra en heredad, por la cuenta de los nombres. A los más darás mayor heredad, y a los menos menor; y a cada uno se le dará su heredad conforme a sus contados” (Núm. 26:53-54). Aunque el pueblo de Israel aún no había empezado a entrar en la Tierra Prometida, Jehová empieza a prepararlo para recibir su herencia.
Ahora bien, el pueblo no está del todo preparado para entrar en la Tierra Prometida. Sin embargo, hay dos observaciones importantes que debemos hacer en este momento, antes de que Israel comience la conquista de su herencia.
En primer lugar, los israelitas no han florecido durante su peregrinaje por el desierto, sino por el contrario, se han reducido. El censo original cifraba el pueblo de Israel en 603.550 (Núm. 2:32), pero este censo descubre sólo 601.730 personas entre las filas de Israel. Jehová ha sido misericordioso con Israel, pero ellos se han acarreado duras consecuencias por su pecado, de modo que todos los que se rebelaron contra la entrada en la Tierra Prometida murieron en el desierto (Núm. 26:64-65).
En segundo lugar, no hay que pasar por alto el hecho de que este censo se da para contar el pueblo que podía ir a la guerra (Núm. 26:2). Dios dará a Israel una victoria milagrosa al entrar en la Tierra Prometida, pero el pueblo tendrá que luchar, siguiendo a Jehová en la batalla por fe.
Es interesante, pues, ver que el Nuevo Testamento también habla de un censo y una herencia. Leemos acerca de un libro de la vida, en el que están escritos los nombres del pueblo de Dios para ser juzgados en el último día (Ap. 20:12-15). También se nos promete que heredaremos la salvación si creemos en Cristo, que es el heredero de todas las cosas (Rom. 8:17; Heb. 1:2, 14).
Pero también se nos advierte que la herencia que hemos obtenido por medio de Cristo (Ef. 1:11) vendrá por medio de la batalla-no por medio de la guerra contra la carne y la sangre, sino contra los poderes cósmicos del mal en esta oscuridad presente (Ef. 6:10-20). Dios nos ha prometido la victoria en Jesucristo, pero no debería sorprendernos que ser contados entre el pueblo de Dios -es decir, tener nuestros nombres escritos en el libro de la vida- no sea tanto como recibir un pase para evitar el sufrimiento y la lucha, sino más bien como ser reclutados en el ejército del Cordero.
Hermanos y hermanas, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. (Ef. 6:10-11). ¿Por qué? Porque heredaremos a Cristo y toda la creación con él por medio del Evangelio.