Lecturas Bíblicas: Día 124
Números 11 | Salmos 48 | Isaías 1 | Hebreos 9
El descanso del Espíritu sobre los setenta ancianos de Israel es un ejemplo fascinante de la expansión -y las limitaciones- del ministerio del Espíritu Santo bajo el antiguo pacto. En Números 11, Jehová ordena a Moisés que reúna a setenta ancianos de Israel, explicándoles que “y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.” (Núm. 11:17).
Este acontecimiento suena parecido a la historia que leemos en Éxodo 18, donde el suegro de Moisés, Jetro, aconseja a Moisés que se reparta el trabajo de juzgar las disputas del pueblo nombrando a hombres como jefes sobre millares, centenas, cincuentenas y decenas (Éx. 18:21), de modo que sólo los casos demasiado difíciles para esos jueces llegaran a oídos de Moisés. Esto marcó una sabia transición en la forma en que Moisés dirigía a su pueblo, y vemos un bello ejemplo de sabiduría común en esa historia.
Pero aquí, en Números 11, vemos que Jehová mismo (no Jetro ni ningún otro ser humano) inicia este cambio, y no sólo eso, sino que promete poner una porción de su Espíritu sobre estos setenta ancianos. Así pues, pongamos esto en perspectiva del desarrollo más amplio de la historia de la salvación. La santa presencia de Dios habitó libremente en perfecta comunión con Adán y Eva hasta que pecaron, y Dios los expulsó del Jardín del Edén. Entonces, Dios anunció una nueva retirada de su Espíritu de la humanidad, inmediatamente antes del diluvio (Gn 6:3). El Espíritu de Jehová ya no interactuaría en general con todo el mundo, sino que sólo trataba con mediadores específicos, que profetizaban al mundo en nombre de Dios: primero Noé y luego Abraham.
Durante muchos años, Moisés había sido el único mediador del pacto, hablando cara a cara con Dios, pero ahora Jehová llama a otros setenta ancianos a una experiencia directa de su Espíritu. Más aún, incluso Eldad y Medad recibieron el Espíritu, a pesar de que permanecieron en el campamento. Vemos en este pasaje una clara expansión del número de personas con las que Jehová trata directamente.
Sin embargo, las funciones que Jehová asignó a cada grupo de levitas siguen siendo las mismas, y los sacerdotes siguen siendo los únicos de todo Israel (aparte de Moisés) a los que se permite entrar en el tabernáculo. Más tarde, cuando Coré y algunos otros se rebelan contra Moisés en Números 16, afirmando que todos en la congregación son igualmente santos, Jehová se ofende tanto que abre la tierra para tragárselos enteros. Ni siquiera el sumo sacerdote Aarón puede presumir de hablar en nombre de Jehová como profeta, como veremos mañana en Números 12.
A la luz de esto, ¿qué significa saber que todos los cristianos han sido bautizados en el Espíritu desde Pentecostés (1 Cor. 12:13)?