Meditación Bíblica para Números 19

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Lecturas Bíblicas: Día 130
Números 19 | Salmos 56–57 | Isaías 8 | Santiago 2

Al igual que en Números 5:1-4, Jehová ordena de nuevo aquí en Números 19 que cualquiera que tenga contacto con los muertos debe permanecer fuera del campamento hasta que haya sido purificado. El contexto de Números 19 es interesante, ya que en el capítulo siguiente, Números 20, leemos sobre la muerte de Miriam y Aarón. Es posible que la antigua generación de personas que salieron de Egipto esté empezando a morir, y Jehová quiere que el pueblo de Israel sepa exactamente cómo debe tratar su creciente contacto con los muertos.

Así, en Números 19, Jehová ofrece la solución para que los israelitas que han estado en contacto con los muertos puedan purificarse: aunque los israelitas seguían siendo considerados impuros durante siete días (Núm. 19:11), podían purificarse lavándose con agua al tercer y al séptimo día de su impureza (Núm. 19:12). No se trataba de cualquier agua, sino de agua mezclada con las cenizas de una vaca alazana quemada (Núm. 19:10), y no de cualquier vaca, sino de una vaca alazana “en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo” (Núm. 19:2).

Como ya hemos visto varias veces en los libros del Levítico y Números, Jehová odia la muerte, y la muerte mancilla su santidad. La muerte nunca debió formar parte de la creación, sino que invadió la creación de Dios como un horrible subproducto del pecado.

Por lo tanto, disponer las cenizas de la vaca alazana inmaculada es una capa más del complejo entramado de la pureza y la santidad, ya que no es poca cosa morar en presencia de Dios. Jehová vio que la limpieza por el contacto con los muertos sería una necesidad frecuente, por lo que ordenó que su pueblo tuviera fácil acceso a un montón de cenizas de la vaquilla roja, que servía funcionalmente como una “ofrenda instantánea por el pecado“, disponible en un lugar limpio fuera del campamento (Núm. 19:9)11 .

Pero aunque el sistema que Jehová establece es perfecto, el pueblo de Jehová no lo es. Es incapaz de cumplir las exigencias que le impone este riguroso plan de limpieza en presencia de Jehová, y con el tiempo Jehová considerará oportuno introducir una solución mejor y más permanente para que su pueblo sea limpio y santo ante Él.

Por eso, el autor del libro de Hebreos se refiere directamente a las cenizas de la vaquilla: “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb. 9:13-14).

Por medio de Cristo, has sido purificado para que puedas servir al Dios vivo y santo.

  1. Gordon J. Wenham, Numbers, TOTC (Downers Grove, IL: Intervarsity Press, 1981), 164. ↩︎

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