Existe una hermosa simplicidad en Génesis 1 que enmascara su rica profundidad teológica. No hay nada sobre la descripción directa de la creación de cada día ni sobre la repetición del decreto de Dios que crea la creación (“Hágase…”) o de declarar que toda su creación es “buena” que clasifique este capítulo como uno de los pasajes más difíciles de leer en la Biblia. Aun así, este pasaje es fundamental para comprender el resto de la Biblia en al menos cuatro maneras.
Primero, Génesis 1 enseña que la creación es la obra del Dios soberano del cielo y la tierra. Si bien muchos mitos primitivos describen la creación como resultado de la lucha, la muerte o la procreación de los dioses, o simplemente como una extensión de algún (os) dios (es), Génesis 1 anuncia que la creación es el arte distintivo del soberano Señor del universo. Esa distinción Creador/creación es fundamental para toda teología genuinamente bíblica.
Segundo, Génesis 1 demuestra que la creación es buena; de hecho, es muy buena. En contra de las enseñanzas antiguas de que la creación es de alguna manera mala y que la bondad real solo existe en el mundo espiritual, Génesis 1 registra una repetición de la aprobación divina de Dios sobre todo lo que creó como bueno, y sobre la totalidad de su creación como “bueno en gran manera” (Gén. 1:31). A menos que primero reconozcamos la bondad de la creación, no podemos entender verdaderamente la horrible destructividad del pecado, o la meta final de la salvación como la buena recreación de los cielos y la tierra.
Tercero, en el contexto del Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia), Dios establece aquí la base para dar su ley al crear todas las cosas por medio de su palabra.1 El Dios de la Biblia es un Dios que habla, no uno de los ídolos mudos que otras naciones adoraban. Su palabra tiene un poder creativo extraordinario, y parte del significado de ese poder es la demanda de que el pueblo de Dios lo escuche y lo obedezca cuando habla.
Cuarto, Jehová coloca a la humanidad en un lugar único de dominio sobre la creación. Dios explícitamente da al hombre y a la mujer el cargo sobre todos los animales en el mar, los cielos y la tierra, instruyéndolos para que llenen la tierra y la sojuzguen, ejerciendo un reinado benévolo sobre todo lo demás que Dios creó (Gén. 1:26, 28). Si bien Dios bendijo a los animales junto con el hombre y la mujer (Gén. 1:22, 28; véase también Gén. 2:3), solo son el hombre y la mujer quienes llevan la distinción de ser creados a la imagen de Dios, para reflejar su propia gloria de una manera íntima y personal (Gén. 1:27).
Génesis 1 nos da un relato rápido de la historia de la creación que sustenta toda la historia de la Biblia. Mañana, mientras estudiamos Génesis 2, veremos la historia de la creación desde un ángulo diferente, concentrándonos en la historia de los propósitos específicos de Dios para el hombre y la mujer.
- Allen P. Ross, Creation and Blessing: A Guide to the Study and Exposition of Genesis (Grand Rapids: Baker Academic, 1996), 102. ↩︎
