Meditación Bíblica para 2 Samuel 24

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Lecturas Bíblicas: Día 271
2 Samuel 24 | Gálatas 4 | Ezequiel 31 | Salmos 79

David peca al final de su vida al ordenar un censo de Israel. Este pecado es menos conocido que su adulterio con Betsabé, pero eso no significa que fuera menos grave. De hecho, en muchos sentidos, el pueblo de Israel se enfrentó a consecuencias más duras aquí en 2 Samuel 24 a causa del censo que cuando David tomó a Betsabé. En consecuencia, hay mucho que aprender de este pasaje.

En primer lugar, debemos protegernos de las diversas estrategias de Satanás recordando que las diferentes etapas de la vida traerán consigo diferentes tipos de tentaciones. Al principio de la vida de David, la lujuria y el adulterio eran problemas acuciantes, pero ahora que David es mayor, la principal tentación a la que se enfrenta es la de su propio orgullo. El pueblo de Israel pertenecía a Jehová, por lo que sólo él podía ordenar un censo (Núm. 1:2, 26:2). Además, Jehová había ordenado que los reyes de Israel no se centraran en numerar su fuerza y su poder, razón por la cual se les prohibió adquirir muchos caballos, muchas esposas o excesiva plata y oro (Dt. 17:16-17), “no sea que el corazón [del rey] se aparte” de Jehová. El hecho de que hayamos superado ciertos pecados en la vida no debe llevarnos a creer que nos hemos vuelto invulnerables a todos los pecados.

En segundo lugar, el razonamiento de David para elegir la peste entre sus opciones es instructivo. En lugar de elegir caer en manos de un enemigo o de una larga hambruna, David explica: “caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres” (2 Sam. 24:14). El castigo de David no fue leve, pero su actitud puede enseñarnos a reconocer la disciplina de Jehová como su bondad paternal hacia nosotros (Heb. 12:7-11).

En tercer lugar, David se niega a recibir gratis la era de Arauna. David dice: “no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.” (2 Sam. 24:24). Para David, lidiar con la ira de Jehová nunca fue una solución rápida para poder seguir adelante con su vida: era reflexivo en sus interacciones con Jehová y se tomaba en serio la expiación que necesitaba.

Lo que debemos ver es que aquí, al final de su vida, David no está ni más allá del pecado ni más allá de la gracia de Jehová. Al final de 1 Samuel, reflexionamos sobre el hecho de que Saúl se había acostumbrado trágicamente a no arrepentirse, pero vemos lo contrario en David. Incluso cuando peca, a veces gravemente, David confiesa su pecado, se encomienda a Jehová y busca una expiación costosa para cubrir sus pecados. Y de la misma manera, oremos para que nosotros también caminemos en humildad todos los días de nuestras vidas, para que incluso cuando pequemos, nos apresuremos a buscar el perdón a través del sacrificio expiatorio más costoso de todos: el del Señor Jesucristo.

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