Lecturas Bíblicas: Día 269
2 Samuel 22 | Gálatas 2 | Ezequiel 29 | Salmos 78:1–37
El cántico que compone David en 2 Samuel 22 reflexiona sobre la historia que leímos ayer al final de 2 Samuel 21. Allí, David había salido a combatir contra los filisteos, pero a medida que la batalla se prolongaba, “David se cansó” (2 Samuel 21:15), e Ishbi-benob, un descendiente de los gigantes, estuvo a punto de matar a David, hasta que Abisai lo rescató. Cuando terminó la batalla, los hombres de David le juraron: “No saldrás más con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel” (2 Sam. 21:17). Mientras que David, siendo un muchacho joven al principio de su carrera, mató al gigante Goliat con facilidad en 1 Samuel 17, ahora otro gigante casi apaga a David en el campo de batalla al final de su carrera aquí en 2 Samuel 22. Examinaremos tres principios que se desprenden de esta historia.
Primero, sea David joven o viejo, fuerte o débil, 2 Samuel 22 demuestra que David nunca olvida a Jehová. No compone una canción para alabar a Abisai, pues ve que fue nada menos que el Señor quien lo salvó. El ejemplo de David contrasta con el de muchos reyes israelitas que empezaron bien su vida para luego naufragar en su fe, como el propio hijo de David, Salomón.
En segundo lugar, esta historia nos recuerda que hay consideraciones reales que los líderes deben hacer para la transición de sus ministerios más adelante en sus vidas. Recuerda las palabras de Charles Wesley: “Dios entierra a sus obreros, pero continúa su obra“. Dios enterró a Abraham, Moisés, Josué y Samuel-y Dios pronto enterrará a David también. Los hombres de David son sabios al reconocer las limitaciones de David y prohibirle volver a la batalla, aunque haya sido su valiente líder todos estos años. De la misma manera, nadie es demasiado importante para mantenerlo en el ministerio ni siquiera un día de más.
En tercer lugar, cuanto mejor comprendamos el primer principio de esta historia, más fácil nos resultará seguir el segundo. Es decir, mientras más recordemos que David era fuerte gracias a Jehová, más fácil será dejar pasar a los David de nuestras vidas cuando les llegue su hora.
Concéntrate en la última línea de la canción de David: “Él salva gloriosamente a su rey, Y usa de misericordia para con su ungido, A David y a su descendencia para siempre.” (2 Sam. 22:51). Recuerda que Jehová ha traído una gran salvación y ha mostrado un amor inquebrantable a su pueblo, no sólo por medio de David, sino también por medio del vástago mayor de David, el Señor Jesús. Jehová entierra a todos sus líderes, pero sólo ha resucitado de entre los muertos a un líder, por ahora. Por eso, alabemos a Jesús entre las naciones y cantemos alabanzas a su nombre (2 Sam. 22:50) mientras esperamos ser resucitados con él en el último día.