Lecturas Bíblicas: Día 265
2 Samuel 18 | 2 Corintios 11 | Ezequiel 25 | Salmos 73
Hay una trágica ironía en la forma en que Absalón muere en 2 Samuel 18. Sin duda, uno de los principales componentes de la belleza de Absalón mientras robaba los corazones de Israel (2 Samuel 15:6) era su aspecto físico, incluidas las cinco libras (doscientos siclos) de pelo que se dejaba crecer anualmente (2 Samuel 14:25-26). Pero su abundante cabellera se vuelve contra él al enredarse en las ramas de un árbol, haciendo que Absalón quedara suspendido e indefenso en el aire (2 Sam. 18:9), un blanco fácil para que Joab le diera muerte (2 Sam. 18:14). El mismo cabello que ayudó a Absalón a ganarse el apoyo del pueblo se convierte en el medio de su propia perdición.
Tanto Absalón como Saúl (1 Sam. 9:2) se hicieron populares por su aspecto físico, pero Jehová los rechazó. Por el contrario, Jehová quiso que el rey de su elección fuera un hombre conforme a su corazón (1 Sam. 13:14). Jehová instruyó al profeta Samuel: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). Aunque David también era guapo (1 Sam. 16:12), Jehová lo había elegido por su corazón y no por su apariencia.
Aun así, a medida que nos adentramos en la historia de David para valorar más y más su vida, podríamos preguntarnos si el corazón de David sigue realmente a Jehová. Después de todo, se trata de un hombre que abusó de su autoridad para seducir a una mujer y asesinó a su marido para encubrir su pecado. Luego, por permitir que sus propios hijos se salieran literalmente con la suya en violaciones y asesinatos, acaba enfrentándose a un motín de uno de sus propios hijos. ¿Qué ve Jehová cuando mira el corazón de David?
En última instancia, David no representa a un hombre perfecto, sino a un hombre que se confía enteramente a Jehová. Cuando Natán le confronta con su pecado, David se arrepiente (2 Sam. 12:13). Cuando el bebé de David y Betsabé enferma, David ayuna y ora (2 Sam. 12:16). Cuando Absalón da un golpe de estado, David ruega por su liberación (2 Sam. 15:31). Cuando Simei maldice a David, éste confía la justicia a Jehová (2 Sam. 16:12).
Algunas personas viven -y mueren- por su belleza, su fuerza o su riqueza. David, en cambio, nos da una idea de lo que significa tener un corazón que sigue al Señor. No significa que seamos perfectos, sino que vivimos conscientemente toda nuestra vida ante Dios. Cuando pecamos, nos arrepentimos y confiamos en Jesús para que nos perdone nuestros pecados. Cuando sufrimos, pedimos la misericordia de Dios. Cuando otros nos injurian, esperamos la justicia de Dios. En lugar de depender de nuestras apariencias externas, nuestros corazones deben confiar en Jehová.