Lecturas Bíblicas: Día 245
1 Samuel 26 | 1 Corintios 7 | Ezequiel 5 | Salmos 42–43
En 1 Samuel 24, David tuvo su primera oportunidad de abatir a Saúl cuando éste se aliviaba en la cueva donde David se había escondido. Allí, David se negó a extender la mano contra Saúl, ya que éste era el rey ungido por Jehová (1 Samuel 24:6). También aquí, en 1 Samuel 26, David renuncia a la oportunidad de abatir a Saúl mientras éste y sus hombres están bajo un profundo sueño de Jehová (1 Sam. 26:12). En la meditación de hoy, consideraremos estos relatos no desde la perspectiva de David, sino desde la de Saúl.
En primer lugar, la misericordia de David hacia Saúl hace que éste se arrepienta en ambas historias al considerar la justicia de David a la luz de su propia injusticia. De este modo, en 1 Samuel 24:17, Saúl confiesa libremente a David: “Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal“. Luego, en la lectura de hoy, Saúl confiesa de nuevo: “He pecado… He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.” (1 Sam. 26:21). David sigue temiendo que Saúl intente matarlo (1 Sam. 27:1), pero Saúl nunca más busca una oportunidad contra David (cf. 1 Sam. 27:4).
En segundo lugar, estos dos acontecimientos confirman los temores más profundos de Saúl: que David se convirtiera en rey de Israel. En 1 Samuel 24:20, Saúl había dicho: “Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable” Ahora, en 1 Samuel 26:25, Saúl dice: “Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás.”. En lugar de desesperarse, Saúl le pide a David que jure que no destruirá al resto de su descendencia cuando asuma el trono: “júrame, pues, ahora por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre” (1 Sam. 24:21).
Lo trágico aquí es que, aunque Saúl sabe que Jehová ha elegido rey a David, y aunque Saúl asiente intelectualmente a esa idea, sigue rebelándose contra Jehová y contra el ungido de Jehová. Los teólogos han explicado con acierto que la fe salvadora requiere algo más que conocimiento y asentimiento intelectual, también requiere confianza.1 En otras palabras, no basta con conocer y asentir a la idea de que Jesús vino a salvar a los pecadores en general; debo confiar realmente en que Jesús vino a salvarme a mí. Sin confianza, la fe de una persona no es una fe salvadora.
¿Conoces el Evangelio y aceptas sus verdades intelectualmente? Si es así, ¿confías también en que Jesucristo vino, vivió, murió y resucitó de entre los muertos por ti? No sigas los pasos infieles de Saúl- cree confiadamente en el Señor Jesucristo, y serás salvo (Hechos 16:31).
Notas al pie
- En Latín, notitia (conocimiento), assensus (asentimiento), y fiducia (confianza). Ver,por ejemplo, R. C. Sproul, “3 Distinctive Aspects of Biblical Faith,” Julio 31, 2013, http://www.ligonier.org/blog/what-faith/. Visitado en Julio 20, 2015. ↩︎