Lecturas Bíblicas: Día 244
1 Samuel 25 | 1 Corintios 6 | Ezequiel 4 | Salmos 40–41
Al comienzo de 1 Samuel 25, el gran profeta Samuel muere, un acontecimiento que el autor bíblico registra con su característica modestia, utilizando un solo versículo (1 Sam. 25:1). Una vez más, Dios entierra a un obrero y continúa su obra. Sin embargo, la muerte de Samuel también sirve de telón de fondo a la historia de Nabal, Abigail y David en el resto de 1 Samuel 25. La interesante correlación de estas historias surge en que, justo cuando muere el último juez de Israel, nos encontramos con un hombre llamado Nabal, que representa a la perfección la insensatez de Israel durante el anterior período de los jueces, haciendo lo que le parece bien a sus propios ojos (Jue. 21:25). A pesar de que David había protegido a los pastores de Nabal en el desierto (1 Sam. 25:7), Nabal no quiso compartir con David y sus hombres las provisiones para el día de fiesta que había llegado (1 Sam. 25:9-11). El contraste entre Nabal y los sacerdotes de Nob es sorprendente: mientras que los sacerdotes de Nob dieron generosamente a David lo único que tenían (pan sagrado), Nabal no escatimará ni la más mínima cantidad de su vasta riqueza (1 S. 25:2) a cambio del servicio que David prestó a sus pastores.
Pero si bien Nabal no parece sorprendentemente tonto -su propio nombre significa “tonto” (1 Sam. 25:25)-, lo curioso es que David tampoco es el héroe de esta historia. Es comprensible que David se indigne por la falta de respeto de Nabal, pero reacciona de forma exagerada y ordena a sus hombres que se enfunden las espadas (1 Sam. 25:14) con la intención de acabar con todos los hombres de Nabal (1 Sam. 25:34).
En cambio, la heroína de la historia es la esposa de Nabal, Abigail. Tras enterarse de lo que había hecho su insensato marido, Abigail sale corriendo al encuentro de David y sus hombres, se postra ante él y le ruega que la culpe de todo a pesar de su total inocencia en el asunto (1 Sam. 25:24). En respuesta, David alaba su discreción por haberle impedido incurrir en culpa de sangre al vengarse (1 Sam. 25:33), y cuando más tarde Jehová da muerte a Nabal (1 Sam. 25:38), David acaba tomando a Abigail por esposa (1 Sam. 25:42).
Aunque David es el rey según el corazón de Dios -de cuyo linaje Dios levantaría a su propio Hijo para reinar como rey sobre Israel para siempre-, David tiene defectos. En esta historia, vemos una sombra del gran Hijo de David, no en el propio David, sino en Abigail, que asume la culpa de Nabal a pesar de su perfecta inocencia. Abigail, por tanto, no sólo prefigura cómo Jesús iría a la cruz por nuestra culpa, sino que también demuestra cómo podemos buscar una solución pacífica a los conflictos, incluso cuando no somos los culpables.
Recuerda las palabras de Jesús: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5:9).