Lecturas Bíblicas: Día 257
2 Samuel 10 | 2 Corintios 3 | Ezequiel 17 | Salmos 60–61
Leer el Antiguo Testamento puede resultar difícil por diversas razones, pero quizá la mayor dificultad surge cuando intentamos encontrar sentido a la frecuente violencia que encontramos en él. ¿Por qué hubo que derramar tanta sangre para conquistar la tierra de Canaán? ¿Y qué debemos pensar del hecho de que David, el rey según el corazón de Dios (1 Sam. 13:14), sea un guerrero que derrama sangre prolíficamente, incluso por ofensas aparentemente menores, como cuando los amonitas afeitaron las barbas de sus siervos y cortaron sus vestidos por la cintura (2 Sam. 10:4)?
A medida que avanza la historia bíblica, es crucial no perder de vista el propósito último de Jehová en este mundo: establecer su morada con su pueblo. Esto es lo que se perdió en el Jardín del Edén con el pecado de Adán y Eva, y es hacia donde se dirige toda la historia de la Biblia, como se ve en el clamor final y jubiloso de la historia de la Biblia en Apocalipsis 21:3: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios'”. Todo en la historia de la Biblia narra cómo Dios llega a morar con su pueblo, incluida la guerra de David.
En su libro According to Plan, Graeme Goldsworthy ayuda a aclarar cómo la violencia de David y el reino de Dios van de la mano. En primer lugar, Goldsworthy señala el contexto de la guerra en Canaán: “La destrucción de los cananeos debe entenderse como la invasión del reino de Dios en un mundo ajeno y rebelde. Los actos salvíficos de Dios en favor de su pueblo elegido son, por tanto, actos de juicio sobre las naciones impías“1. En este reino -a través del rey elegido por Dios y del tabernáculo establecido por Dios- Dios estaba creando el lugar donde podría morar con su pueblo en la tierra.
Pero Goldsworthy también tiene cuidado de señalar que la guerra que leemos en el libro de Josué y en la vida de David no es el objetivo último de la Biblia: “Debemos distinguir entre el patrón de los acontecimientos y su perfección. Los acontecimientos de la historia de la salvación en el Antiguo Testamento son una prefiguración y una demostración del modelo del único acto de salvación verdadero y perfecto que aún está por llegar“2. Toda la obra de David en la tierra fue importante, pero la obra más importante de David, con diferencia, fue señalar hacia delante el objetivo final de Dios que es enviar al Señor Jesucristo para rescatar, redimir y restaurar a su pueblo y a la creación misma por toda la eternidad.
Por tanto, no dejemos de esperar activamente el día en que Jesucristo regrese para juzgar a vivos y muertos y establecer su morada -es decir, su reino- en los cielos nuevos y la tierra nueva con nosotros por los siglos de los siglos.
Notas al pie
- Graeme Goldsworthy, According to Plan: The Unfolding Revelation of God in the Bible (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1991), 161. ↩︎
- Ibid. ↩︎