Lecturas Bíblicas: Día 258
2 Samuel 11 | 2 Corintios 4 | Ezequiel 18 | Salmos 62–63
Los acontecimientos de 2 Samuel 11 son difíciles de leer. David, el rey conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:14), comete una serie de actos perversos que no podrían estar más lejos de lo que Dios desea. Este es el resumen que leemos en el último versículo del capítulo: “Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová” (2 Sam. 11:27). Si teníamos alguna tentación de creer que David podía ser el Mesías a quien Jehová utilizaría para introducir plenamente su reino eterno, 2 Samuel 11 disipa por completo esa idea. ¿Qué podemos aprender de esta historia?
En primer lugar, el gran pecado de David no se produjo de golpe, sino que fue el resultado de una serie de pequeños pecados que se fueron acumulando. El primer versículo de este capítulo nos da una pista no tan sutil de que la única razón por la que David se encontraba en situación de ver a Betsabé era porque había eludido sus obligaciones para ir a la guerra en un momento en que los reyes deberían estar yendo a la guerra con sus ejércitos: “Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra…” (2 Sam. 11:1). Además, no es que Betsabé se lanzara sobre David y éste sucumbiera ante la debilidad, sino que leemos que contempló a la mujer desde su palacio mientras se bañaba (2 Sam. 11:2).
Si David hubiera cumplido con sus responsabilidades o incluso si simplemente hubiera evitado avivar las llamas de su lujuria, los acontecimientos que siguieron nunca habrían sucedido, y este punto es quizás el más instructivo para nosotros. Un gran pecado casi nunca nos toma totalmente por sorpresa. Por el contrario, Satanás sabe cómo poner los cimientos del pecado ladrillo a ladrillo. Nunca olvidemos que la lucha contra el pecado a menudo se gana -o se pierde- horas o días o semanas o meses o incluso años antes de que se presente una oportunidad específica para pecar.
En segundo lugar, debemos ver (de nuevo) que el pecado engendra más pecado. La redacción magistral de esta historia despliega los detalles del descenso de David lentamente, de modo que, por ejemplo, leemos originalmente que Betsabé estaba “bañándose” (2 Sam. 11:2), pero sólo después de que David la envía a buscar y la toma descubrimos qué tipo de baño había estado tomando: “Hacía poco que Betsabé se había purificado de su menstruación” (2 Sam. 11:4 NVI). En otras palabras, David interrumpió a Betsabé cuando ella se había estado preparando para adorar.1 A partir de ahí, los detalles se convierten en una bola de nieve, de modo que David conspira primero para engañar a Urías (2 Sam. 11:8), luego para asesinarlo (2 Sam. 11:15), y después para tomar a la viuda Betsabé como su propia esposa para encubrir su maldad (2 Sam. 11:27).
Hermanos y hermanas, huyan del pecado. No hagan ninguna provisión para su carne, más bien tomen en serio el hecho de que Satanás merodea como león rugiente, buscando con maliciosa astucia devorarlos. Mañana seguiremos reflexionando sobre esta historia.
Notas al pie
- Mi profesor de hebreo en el seminario, Allen Ross, destacó este detalle en su curso de exégesis hebrea. ↩︎