Meditación Bíblica para 2 Reyes 11-12

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Lecturas Bíblicas: Día 303
2 Reyes 11–12 | 2 Timoteo 2 | Oseas 3–4 | Salmos 119:121–144

En 2 Samuel 7, Jehová hizo un pacto con David, prometiéndole que nunca le faltaría un hombre de los suyos para sentarse en el trono de Israel. Pero, a medida que avanzamos en las historias de los reyes de Israel y Judá, una pregunta importante surge una y otra vez: ¿Seguirá el Señor cumpliendo su promesa a David, a pesar de que los descendientes de éste no obedezcan al Señor como lo hizo David? De hecho, encontramos que la promesa de Jehová se pone a prueba en múltiples ocasiones, incluso durante el reinado usurpado de la reina Atalía en la lectura de hoy de 2 Reyes 11.

Atalía es la madre del rey Ocozías de Judá (2 Reyes 11:1). Cuando Jehú mata a los reyes Ocozías y Joram de Israel, comienza a reinar sobre las diez tribus de Israel (2 Reyes 9-10), pero no sobre las dos tribus de Judá. Atalía, entonces, asesina a toda la familia real de Ocozías (2 Reyes 11:1) porque reconoce la oportunidad de asegurarse el trono de Judá para sí misma destruyendo a todos los hombres restantes de la casa de Ocozías, con una excepción importante. Atalía no consigue asesinar a Joás, el hijo pequeño de Ocozías, que es rescatado y escondido por su tía Josaba, y este último heredero del trono de Ocozías es el cabo suelto que se convierte en la perdición de Atalía. En el séptimo cumpleaños de Joás, después de que Josaba lo ocultara durante seis años (2 Re 11:3), el sacerdote Joiada reúne a una guardia de sacerdotes (2 Re 11:4-8). Juntos, estos sacerdotes ungen a Joás como rey en Jerusalén (2 R. 11:12) y luego dan muerte a Atalía (2 R. 11:16). Joás se convierte finalmente en un rey piadoso que invierte mucho en reparaciones para el templo (2 R. 12:4-16).

De este modo, Jehová preserva la casa de David de la purga sanguinaria y ansiosa de poder de Atalía contra los hijos de Ocozías, sus propios nietos. Ya hemos visto un par de puntos en los que el Señor promete preservar la casa de David a pesar del pecado de sus descendientes (1 Re 15:4; 2 Re 8:19), y este tema llegará hasta el final de 2 Reyes. Allí, en las últimas palabras de este libro, después de que Judá ha sido arrastrado al cautiverio por los babilonios, vemos a Joaquín -que fue un rey malvado (2 Re 24:9)- liberado de la prisión y mantenido por el rey babilonio. A pesar de la maldad de los descendientes de David, como Ocozías, Joaquín y tantos otros, Jehová preserva la casa de David, según su palabra.

Y esto lo hace el Señor para preservar la línea que no sólo se extiende desde David, sino también hacia Jesús. Por amor a David, el siervo de Jehová, y para que surja un hijo de Jehová en el linaje de David, Jehová defiende ese linaje incluso de los ataques más brutales.

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