Lecturas Bíblicas: Día 294 2 Reyes 2 | 2 Tesalonicenses 2 | Daniel 6 | Salmos 112–113 |
Jehová había enviado a Eliseo para ayudar a Elías cuando el anciano profeta sufrió una grave depresión espiritual (1 Re 19:19-21). Mediante un proceso de aprendizaje, Eliseo se ha estado preparando para sustituir a su maestro una vez que Elías parta hacia la gloria. Por eso, en 2 Reyes 2, leemos sobre los pasos finales que Eliseo debe dar para asumir el ministerio de su maestro.
En primer lugar, Eliseo sigue inquebrantablemente a su maestro en este último viaje. Elías no sólo pone a prueba a Eliseo tres veces, pidiéndole a su aprendiz que se quede en lugar de ir con él a Betel, Jericó y el Jordán (2 Reyes 2:2, 4, 6), sino que los hijos de los profetas también advierten dos veces a Eliseo de que Jehová está a punto de arrebatarle a su maestro (2 Reyes 2:3, 5). Eliseo sabe que se va a enfrentar al dolor por la pérdida de Elías, pero a pesar de ello acompaña a su maestro hasta el final.
En segundo lugar, Eliseo pide a Elías una “doble porción de tu espíritu sobre mí” (2 Re 2:9), que es el lenguaje de la herencia. En aquella época, el primogénito tenía derecho a recibir una porción doble de la herencia (Deut. 21:17), lo que significaba que el primogénito recibiría dos partes de la herencia, mientras que todos los demás hermanos recibirían una sola parte. De este modo, la herencia no se fragmentaría por completo en cada generación, sino que un único líder podría llevar principalmente el nombre de la familia. Eliseo, pues, pide continuar el ministerio de Elías tras la partida de su maestro.
En tercer lugar, una vez que Eliseo ve partir a Elías al cielo en el carro, rápidamente queda claro que el Espíritu de Jehová ha apartado a Eliseo para continuar el ministerio de Elías. Cuando Eliseo regresa al Jordán, pregunta: “¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?” y golpea el río con el manto de Elías (2 Re 2,14). Con esta pregunta, Eliseo se pregunta si Jehová será ahora Dios para él como lo había sido para Elías. Cuando el agua se desvía hacia un lado -como había sucedido cuando Elías golpeó el agua con su manto un poco antes (2 Reyes 2:8)- Eliseo sabe que Jehová le ha encomendado continuar el ministerio profético que Elías inició.
La Iglesia no puede descuidar la necesidad de formar a la próxima generación de líderes y, por otro lado, los que aspiran a convertirse en la próxima generación de líderes deben seguir de cerca el ejemplo de los que les han precedido. El propio método de Jesús para formar líderes consistía en viajar con ellos, enseñarles y, de hecho, enviarlos a ejercer el ministerio bajo su tutela (por ejemplo, Lucas 10:1-12), de modo que Jesús modela la misma tutoría ministerial que vemos en la relación entre Elías y Eliseo. Oremos para que los Elías de hoy se dediquen a entrenar a la próxima generación de líderes, y para que los Eliseos de hoy sean fieles al ser entrenados.