Lecturas Bíblicas: Día 293
2 Reyes 1 | 2 Tesalonicenses 1 | Daniel 5 | Salmos 110–111
Tras la muerte de Acab, su hijo Ocozías retoma tristemente el camino que había dejado aquél: ignora la palabra de Dios para buscar revelaciones de otros dioses. En 2 Reyes 1, el profeta Elías se enfrenta a Ocozías de manera similar a como se había enfrentado a Acab, y en el proceso, el ministerio profético de Elías establece un tema que se vuelve mucho más significativo en el Nuevo Testamento: la palabra de Dios revelada a través del fuego del cielo.
Para empezar, leemos que el principal pecado de Ocozías es su deseo de buscar la palabra de Baal-zebub, un dios falso. Este es el punto en el que Elías se enfrenta a Ocozías, desafiándolo al decir: “¿No hay Dios en Israel para consultar en su palabra?” (2 Re 1:16). No es sólo que Ocozías ignore la palabra de Jehová, sino que lo hace para buscar una palabra falsa de un dios falso.
Luego, Elías invoca fuego del cielo como señal para autentificar su vocación de verdadero profeta de Jehová. Anteriormente, Elías había invocado fuego del cielo para demostrar que sólo Jehová es Dios contra los falsos dioses de Baal y Asera en 1 Reyes 18. Ahora vuelve a surgir la cuestión de si “no hay Dios en Israel” (2 Re. 1:3, 16), y el fuego cae del cielo dos veces para consumir a dos capitanes de Israel junto con sus cincuenta hombres que no creen lo que ya les había revelado Jehová sobre sí mismo.
Pero el fuego del cielo no siempre significa juicio; de hecho, hay otra faceta en este tema de cómo Jehová se revela a través del fuego del cielo. En 2 Reyes 2, el Señor enviará carros de fuego desde el cielo, no para juzgar, sino para llevar a Elías directamente al cielo sin morir. Para los que conocen, aman y sirven a Jehová, el fuego del cielo no es una maldición, sino una bendición.
Del mismo modo, en el Nuevo Testamento, el fuego del cielo viene a anunciar una bendición y a advertir de un juicio inminente. Cuando las lenguas de fuego descienden del cielo para posarse sobre los apóstoles de Jesús al recibir el Espíritu Santo (Hch 2:3), los apóstoles comienzan a predicar la palabra sobre Jesús en palabras que todos los judíos de Jerusalén podían entender, cada uno en su propia lengua materna (Hch 2:8). Este signo atestigua la realidad de que Jesús, que había resucitado de entre los muertos, es Dios en Israel, y que un día, nuestro Señor vendrá de nuevo para bautizar no sólo con el Espíritu Santo, sino también con el fuego del juicio a los que no se arrepientan (Mt. 3:11-12).
Aprende de la historia de Ocozías y escucha la palabra del Señor: Hay un Dios en Israel, y se ha revelado por medio de Jesucristo. Arrepiéntanse de sus idolatrías y adoren sólo a este Dios.
