Lecturas Bíblicas: Día 290 1 Reyes 20 | 1 Tesalonicenses 3 | Daniel 2 | Salmos 106 |
Pese a que Acab es un rey malvado, Jehová se le revela en múltiples ocasiones. Aun así, Acab sigue los pasos del rey Saúl, recibiendo con alegría cualquier palabra de Jehová que signifique algo bueno para él, pero ignorando sistemáticamente cualquier advertencia o instrucción de éste. La historia de la batalla de Acab contra Siria y el rey de Siria, Ben-hadad, en 1 Reyes 20, continúa la historia de la rebelión de Israel contra Siria, pero también revela más de la rebelión de Acab contra el Señor.
Al principio, Acab está dispuesto a servir a Ben-hadad, comprometiéndose a dar al rey de Siria todo lo que desee (1 Re 20:4), pero cuando Ben-hadad le exige que se lleve a Siria todo lo que desean sus siervos, Acab se niega (1 Re 20:9). En respuesta, Ben-hadad reúne inmediatamente sus fuerzas para marchar a la guerra contra Israel.
Un profeta, entonces, entrega la palabra de Jehová a Acab: “¿Has visto esta gran multitud? He aquí yo te la entregaré hoy en tu mano, para que conozcas que yo soy Jehová” (1 Re 20:13). Es significativo que el Señor insista en que salvará a Acab de Ben-Hadad y de los sirios con un propósito concreto: que Acab sepa que él es el Señor. Esto es pura gracia hacia Acab, diseñada para llevarlo a arrepentirse de adorar a Baal y Asera (y animar al resto de Israel a hacer lo mismo) y en su lugar adorar sólo a Jehová.
Pero después de tan gran victoria militar, Acab escucha la súplica de Ben-Hadad y perdona la vida al rey de Siria (1 Re 20:32-34). En respuesta, el Señor envía otro profeta a Acab, diciéndole: “Por cuanto soltaste de la mano el hombre de mi anatema, tu vida será por la suya, y tu pueblo por el suyo” (1 Re 20:42). El Señor ha extendido su gracia y misericordia a Acab, pero éste elige tratar a Ben-Hadad de la manera que le parece mejor, a pesar de que sus acciones contradicen lo que el Señor le ha dicho que haga.
Una vez más, vemos a alguien que desprecia la gracia de Dios. Dios extiende gracia sobre gracia a muchas personas en esta vida -desde la gracia común del sol y la lluvia (Mateo 5:45) hasta la revelación especial que Dios extiende a través de la predicación del Evangelio (Romanos 10:15)- y, sin embargo, algunos siguen desobedeciendo. ¿Recibes la gracia de Dios sólo para continuar en la incredulidad y la dureza de corazón? En lugar de enfadarte como Acab (1 Reyes 20:43), arrepiéntete hoy de tu autosuficiencia y cree en el evangelio de que Jesús ha muerto y resucitado por ti. Si todavía puedes oír la voz de Dios, no endurezcas más tu corazón por el engaño del pecado (Heb. 3:13).