Lecturas Bíblicas: Día 291
1 Reyes 21 | 1 Tesalonicenses 4 | Daniel 3 | Salmos 107
A pesar de que Jehová envía a Acab profeta tras profeta, revelando su palabra al rey una y otra vez, éste se mantiene firme en su incredulidad y dureza de corazón. En la lectura de hoy de 1 Reyes 21, lo único que mueve a Acab a la humildad es cuando Jehová envía una palabra final de juicio.
Al principio del capítulo, Acab se pone “triste y enojado” (1 Re 21,4) cuando Nabot se niega a vender al rey su herencia, una viña que Acab querría utilizar como huerto personal (1 Re 21,2-4). Recordemos que Jehová dio a su pueblo tierras para que se transmitieran como herencia de generación en generación, de modo que la herencia de la familia sirviera como lugar donde Jehová habitara en medio de ellos. Nabot, por tanto, se niega a renunciar a la herencia de su familia por motivos teológicos.
Pero, cuando la malvada Jezabel emprende un complot para asesinar a Nabot mediante una mentira, notamos a Acab encantado de ir inmediatamente a tomar posesión de la viña. Cuando llega, sin embargo, Elías le sale al encuentro con una palabra profética, informando a Acab de que Jehová ha determinado traer el desastre y la ruina sobre su casa (1 Re 21:20-24), y especialmente sobre Jezabel, a quien se comerán los perros dentro de los muros de Jezreel (1 Re 21,23). Sin embargo, cuando Acab oye la palabra de Jehová, se rasga las vestiduras, se viste de cilicio, ayuna y se humilla ante Jehová (1 Re 21:27), lo que hace que Jehová no envíe este desastre hasta después de su muerte (1 Re 21:29).
Hay dos principios que debemos observar en esta historia. Primero, debemos reconocer que nunca es demasiado tarde para que un pecador se arrepienta en esta vida. Debemos elogiar a Acab por humillarse finalmente ante Jehová, a pesar de haber comenzado su vida con maldad.
En segundo lugar, debemos sentirnos alentados por la historia de Nabot. A pesar del hecho de que en sus días habían subido al trono de Israel reyes malvados en rebelión contra la casa de David, Nabot simplemente sigue adelante con su vida ordinaria, guardando fielmente la viña que Jehová había dado a sus padres. Y por su fidelidad, Nabot tiene el honor de prefigurar a nuestro Señor Jesús, que también fue asesinado cuando hombres malvados e inútiles inventaron cargos contra él, afirmando que había blasfemado contra Dios (Mateo 26:65) y se había rebelado contra el rey (Juan 19:12) para reclamar la viña de Dios como suya (Mateo 21:38).
Nuestra herencia no son bienes raíces, sino el Señor Jesús mismo, a quien Dios nos ha dado bondadosamente. Aprende a valorar a Jesús más que a tu propia vida, para que cuando los gobernantes malvados te pidan que vendas tu herencia por un precio, te resulte fácil responder con las palabras de Nabot: “Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.” (1 Reyes 21:3).