Lecturas Bíblicas: Día 285 1 Reyes 15 | Colosenses 2 | Ezequiel 45 | Salmos 99, 100 & 101 |
Los dos nuevos reyes que conocemos en 1 Reyes 15 representan, respectivamente, los dos tipos principales de reyes de los que leeremos durante la época de los reyes de Judá. Por un lado, tenemos al malvado Abiam, que “anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre” (1 Re 15:3). Luego, por otro lado, tenemos a Asa, que “hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre…..el corazón de Asa fue perfecto para con Jehová toda su vida” (1 R. 15:11, 14). Estos relatos no son meras trivialidades históricas: el narrador bíblico tiene principios teológicos mucho más profundos que enseñarnos.
En Abiam, leemos una descripción de lo que se convertirá en un modelo para los reyes malvados de Judá. Abiam sigue los pecados de su padre, Roboam, en lugar de obedecer a Jehová de todo corazón, como había hecho David (1 Re 15:3). Así como todos los reyes de Israel arrastraron a las diez tribus del norte hacia su eventual exilio a manos de los asirios, reyes como Roboam y Abiam allanaron el camino para el exilio de Judá a Babilonia.
En Asa, no obstante, encontramos la esperanza de que Jehová pueda suscitar otro rey según su corazón. Sin embargo, es importante comprender que Jehová proporciona reyes piadosos a su pueblo no por obligación, sino por gracia. La línea crítica para entender la teología de los libros de Reyes viene en 1 Reyes 15:4-5: “Mas por amor a David, Jehová su Dios le dio lámpara en Jerusalén, levantando a su hijo después de él, y sosteniendo a Jerusalén; por cuanto David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo.” La justicia habría exigido que Jehová aniquilara a Judá a la primera señal de reyes como Roboam y Abijam, pero Jehová recuerda sin embargo el pacto que había prometido a David, y por eso permanece fiel a su pueblo por amor a David, su siervo.
En última instancia, esta lógica del pacto adquiere más importancia cuando vemos que Jehová sigue siendo fiel a su pueblo, incluso ahora. No es porque merezcamos la bondad de Dios por lo que seguimos recibiendo la bondadosa provisión de un gobernante piadoso. Más bien, es que Dios nos trata con bondad por causa del Hijo de David, Jesucristo. No importa qué pecados hayamos cometido o de qué ídolos nos rodeemos, Jesucristo está dispuesto por pura gracia a salvar a su pueblo y a preservarlo para el día en que regrese a establecer su reino en esta tierra.