Nuestro Señor Jesucristo y el Templo

El templo

Destruid este templo y en tres días lo levantaré.

Juan 2:19

Durante todo el tiempo que el pueblo de Israel estuvo en el desierto, después de su salida de Egipto, la presencia de Dios se encontraba en el tabernáculo. Dios le dio instrucciones a Moisés sobre cómo debería de construir este lugar. (Ex. 25 al 30). El tabernáculo tenía un atrio un lugar santo y el lugar santísimo donde se encontraba el arca de la alianza, este era un cofre elaborado en oro puro, y tenía dentro las tablas de la ley que el mismo Dios había escrito. Así mismo Dios instituyó el sacerdocio que fue entregado a Aaron a sus hijos y a todos los levitas. Ellos serían los que ministraran en el tabernáculo, (Nm 18). Cuando Dios terminó de construir el tabernáculo (Ex. 39:32 – 40:40). la gloria de Jehová cubrió el tabernáculo y siempre había una nube, porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo y el fuego estaba de noche sobre él, a la vista de toda la casa de Israel. ¡Que glorioso!

A finales del reinado de David cuando el Señor le había dado descanso de todos sus enemigos, estuvo en el corazón de David construir casa al Señor, pero Dios le dijo a David, tu no me harás casa a mi, más yo te haré casa a ti, (2Sa 7.11). Dios le estaba prometiendo a David una descendencia de reyes, pero además le dijo que sería su hijo quien le haría casa (Templo). Así, Salomón construye un templo majestuoso con las mismas indicaciones del tabernáculo, y el arca de la alianza es llevada al lugar santísimo, luego dedica el templo al Señor y en el capítulo 8 de 1 de reyes se nos muestra el momento sublime que vivió el pueblo de Israel ese día. Ya en el siguiente capítulo, Dios aparece a Salomón y le confirma su pacto, pero con la condición de que él y todo el pueblo debe guardar sus estatutos y decretos y si no lo hacen Dios los castigará severamente.

Después de la muerte de Salomón por mandato de Dios el trono debería pasar a Roboam hijo de Salomón y Naama amonita, pero semita pues es de descendencia de Lot, pero Jeroboam, quien fue enemigo de Salomón vino a Siquem donde se llevaba a cabo una asamblea para ungir a Roboam como rey, y el pueblo le pedía al rey bajar los impuestos y la pesada carga que tenían por causa de las opulencia del rey Salomón, Roboam no quiso y desde ese día se apartó Israel de la casa de David hasta hoy, (1 Re. 12:19), de este modo quedó dividida la nación de Israel.

El Señor Jesús nos enseña que una casa dividida no puede permanecer, Jeroboam hizo dos becerros de oro y los dio al pueblo para que no sentirán la necesidad de subir a Jerusalén para adorar en el templo. Y así fue como el reino de Israel y el reino de Juda se fueron apartando del Dios vivo. Durante este periodo de monarquía muchos reyes hicieron lo malo y condujeron al pueblo a adorar dioses falsos y adorar en los montes altos. Cuando Dios les envía el profeta Isaías, y los llama a que vengan y tengan un arrepentimiento verdadero jamás escucharon, sus corazones estaban entenebrecidos y no podían distinguir a los profetas del Señor. En este tiempo la nación de Israel estaba siendo asediada por los Asirios y por los egipcios, pero aun así el pueblo estaba apartado de Dios.

Es difícil narrar en este corto artículo los detalles de los acontecimientos, pero es bueno mencionar que durante el reinado de Josías se establece una reforma, él quita los lugares de prostitución e idolatría, celebra la pascua y restaura los sacrificios, pero después de su muerte Israel se vuelve a apartar del Señor y Dios permite que los babilonios asedien Jerusalén. De modo que llevan cautivos a más de 10.000 personas entre los más importantes de Jerusalén, en este grupo se encontraba Daniel y sus amigos. Después el Señor le envía al profeta Jeremías quien les advirtió los setenta años de cautiverio y exhorta a los reyes que obedezcan la ley de Dios dada a Moisés y que se las enseñaran al pueblo pero nunca obedecieron, su maldad era cada día peor. En el libro del profeta Ezequiel, capítulo 8, leemos cómo el pueblo se corrompió de tal manera que llevaron al templo ídolos y los levitas quemaban incienso a estos ídolos. Dios había prometido destruirlos si ellos no se apartaban, (2 de Re 25).

El rey Nabucodonosor regresa nueve años después y toda Jerusalén es destruida incluido el Templo. Un remanente huye a Egipto entre los que se encontraba el profeta Jeremías, la imagen de desolación del estado de la ciudad la podemos leer en el libro de Lamentaciones, destruido el templo no había sacrificio.

Años más tarde Nehemías reconstruye la ciudad y el Templo, lee la ley y vuelven los sacrificios. La historia nos dice que 300 años antes de Cristo nuevamente la ciudad y el templo son destruidos, sólo hasta el tiempo del rey Herodes es reconstruido nuevamente el templo, los sacrificios vuelven, (Jn 2:13-17). Sin embargo, sus corazones estaban lejos de Dios, el Señor lo sabía y les volcó las mesas haciendo un azote de cuerdas y les dijo que habían convertido la casa del padre en cueva de ladrones.  

Los judíos entonces le pidieron señal al Señor y el Señor les dijo destruid este templo y en tres días lo levantaré, los judíos se jactaban de su templo, ellos se creían invencibles por ser el pueblo que tenía las promesas, y se burlaron del Señor, ellos tenían el templo, la ley de Moisés y sus tradiciones, pero estaban vacíos y sus corazones apartados de Dios. En el año 70 el general Tito asedia Jerusalén y destruye nuevamente la ciudad y el templo y no quedó piedra sobre piedra del símbolo más emblemático del judaísmo. Cesaron los sacrificios, pues  sin templo no hay altar, y sin altar no hay sacrificio, y el oficio de los Levitas quedó obsoletos:  la iglesia católica tiene sacerdotes, mediadores falsos que cada día ofrecen un falso sacrificio (misa) en un falso altar, La iglesia invisible y universal del Señor fue redimida con un solo y único  sacrifico, el sacrificio de Cristo, Él es nuestro Tabernáculo,  Él es nuestro templo, Él es nuestro gran sumo sacerdote que fue muerto, pero al tercer día fue levantado, y por Él y por su obra tenemos entrada al lugar Santísimo para siempre.

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