Meditación Bíblica para Números 22

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Lecturas Bíblicas: Día 133
Números 22 | Salmos 62–63 | Isaías 11–12 | Santiago 5

El libro de los Números comienza con un sistema, un sistema perfecto que Jehová dio a su pueblo para regular cómo se comportaban en su presencia, de modo que él pudiera vivir en medio de ellos. Jehová había establecido límites precisos, con promesas de bendición por la obediencia y advertencias de que quien transgrediera el espacio de santidad de Jehová sería condenado a muerte.

Pero a medida que avanza el libro de los Números, los temas cambian significativamente. Ya no se sugiere que Israel pueda cumplir la ley y mantener así su posición ante Jehová. En lugar de crecer en obediencia, el pueblo de Israel flaquea de muchas maneras: quejas frecuentes sobre sus provisiones (por ejemplo, Núm. 11:1-15), la oposición de María y Aarón contra Moisés (Núm. 12), el mal informe de los cobardes espías y la falta de fe del pueblo (Núm. 13:25-14:12), el crimen capital del quebrantador del día de reposo (Núm. 15:32-36), la rebelión de Coré (Núm. 16), el fracaso de Moisés a la hora de defender a Jehová como santo a los ojos del pueblo (Núm. 20:10-13), y aún más quejas que llevaron a Jehová a enviar serpientes ardientes en medio de su pueblo (Núm. 21:4-9).

La introducción de la ley perfecta de Jehová no ha reformado a Israel; más bien, Israel parece empeorar progresivamente. Así pues, la gran cuestión teológica que se cierne sobre el trasfondo de Números 22 es la siguiente: Dada la oportunidad, ¿se apartará Jehová de su pueblo? Han fracasado por completo, desde el más pequeño de ellos, hasta el mismísimo Moisés. Entonces, ¿los maldecirá Jehová, los abandonará y levantará un nuevo pueblo para empezar de nuevo?

Se produce un verdadero drama cuando los mensajeros de Balac acuden al profeta Balaam, pidiéndole que maldiga al pueblo de Israel; en este punto, Jehová tendría razones legítimas para escuchar a Balaam y aprovechar esta oportunidad para rechazar a su pueblo de una vez por todas.

Pero, como para dejar constancia de su absoluta, inquebrantable y pactada resolución de proteger a su pueblo, Jehová mueve cielo y tierra para impedir la maldición de su pueblo. La historia del asna de Balaam en Números 22:22-41 no es un adorno simpático para entretener a los niños en los pizarrones de las aulas de la escuela dominical, sino que pretende subrayar el hecho de que Jehová no abandonará a su pueblo, por mucho que haya caído.

En los próximos días profundizaremos en la historia de Balaam y Balac, pero meditemos en el carácter de Jehová que se revela en este pasaje. Si incluso aquí vemos que Jehová se niega a abandonar a su pueblo, ¿qué mejor garantía tenemos de que nos será fiel en Jesucristo?

Reflexiona sobre Romanos 5,10: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

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