Lecturas Bíblicas: Día 63
Éxodo 15 | Lucas 18 | Job 33 | 2 Corintios 3
El cántico de Moisés en Éxodo 15 ofrece una de las descripciones generales más ricas de quién es Jehová para su pueblo que encontramos en toda la Biblia, y como tal, Éxodo 15 es un capítulo instructivo sobre cómo debería sonar nuestra propia adoración.
Para empezar, Moisés canta que Jehová es la fuerza, el cántico y la salvación de su pueblo (Éx. 15:2a) y, de hecho, no sólo es Jehová el Dios de su pueblo hoy, sino que también fue el Dios de nuestro padre (Éx. 15:2b). Por lo tanto, Moisés se compromete a alabar y exaltar a este Dios que cumple su pacto. Sin embargo, el versículo 2 es la última vez que Moisés habla de lo que hará para alabar a Jehová. A partir del versículo 3, la atención se centra por completo en lo que Jehová ha hecho.
Así, mientras Moisés relata las obras de Jehová para arrojar al faraón y sus carros al mar, celebra la victoria de Dios sobre los reinos opresores de este mundo cantando que Jehová es un hombre de guerra (Ex. 15:3-10). No es que Jehová cometa una violencia sin sentido. Más bien, Jehová ha actuado porque es el redentor de su pueblo, lo dirige y lo guía desde su amor inquebrantable y su fuerza perfecta (Ex. 15:13). Todas las naciones de la tierra han oído hablar de las obras de Jehová y tiemblan de terror y espanto (Ex. 15:14-15).
Por eso Jehová es rey sobre el pueblo que ha adquirido (Ex 15,16), de modo que “Jehová reinará por los siglos de los siglos” (Ex 15,18). Como rey, Jehová establecerá a su pueblo en el monte de su elección, donde colocará su santuario (Ex 15,17) para habitar en medio de su pueblo en su “santa morada” (Ex 15,13).
¿Qué pasaría si las canciones que cantamos hoy reflejaran este tipo de imágenes ricas y vívidas para describir la fuerza y la gloria de nuestro poderoso Dios? ¿Qué pasaría si hiciéramos menos hincapié en el hecho de que estamos prometiendo nuestra adoración a Dios y enfatizáramos más las obras que Dios ha hecho y que son tan dignas de nuestra adoración? No hay nada malo en prometer nuestra alabanza a Dios, pero en el evangelicalismo moderno, nuestras canciones a veces ponen un énfasis desproporcionado en el adorador y no en aquel que es adorado.
Cuando nos reunimos para alabar a Jehová, nos reunimos para alabarle en la totalidad de lo que es, de lo que ha hecho y de cómo ha redimido y rescatado a su pueblo. Nuestra música debe enseñarnos y recordarnos no principalmente lo que haremos por Dios, sino más bien lo que Dios ha hecho por nosotros al crear el mundo y redimirlo de nuevo mediante la encarnación, vida, muerte, resurrección, ascensión y eventual retorno de nuestro Señor Jesucristo.
“Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido“. (Ex. 15:21).