Lecturas Bíblicas: Día 64
Éxodo 16 | Lucas 19 | Job 34 | 2 Corintios 4
Obviamente, satisfacer las necesidades básicas de Israel en el desierto no sería tarea fácil, pero todo el Éxodo sería en vano si el pueblo de Dios no sobrevivía lo suficiente para entrar en su herencia. Así pues, en Éxodo 15, Dios proveyó de agua a su pueblo para que bebiera, y en Éxodo 16, Dios comienza a proveer de alimentos a su pueblo para que comiera.
Por pura gracia hacia los israelitas, que habían refunfuñado y se habían quejado y deseado en voz alta haber muerto en Egipto (Éxodo 16:3), Dios proporciona generosamente pan y carne para que Israel coma todos los días, excepto el sábado.
Casi mil quinientos años después, durante el ministerio de Jesús, los judíos recordaron esta historia del Antiguo Testamento y exigieron que Jesús realizara una señal para demostrar que él mismo estaba al mismo nivel que Moisés, que había alimentado al pueblo de Israel en el desierto. Le preguntaron: “¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto” (Juan 6:30-31). Aunque es válido pedir a un profeta que demuestre que es, en realidad, enviado de Dios, la exigencia que la gente hizo a Jesús era errónea en dos sentidos.
En primer lugar, el día en que los judíos pidieron a Jesús que repitiera el milagro de alimentar a Israel en el desierto, ignoraron el hecho de que Jesús había alimentado literalmente a los israelitas en el desierto multiplicando los peces y los panes para alimentar a cinco mil personas a orillas del mar de Galilea (Juan 6:1-15). Su pregunta no está alimentada por un deseo genuino de proteger la gloria de Dios de los falsos profetas -su pregunta está alimentada, más bien, por un deseo glotón de otro almuerzo gratis.
En segundo lugar, aunque los israelitas comieron maná todos los días bajo Moisés durante cuarenta años (Éx. 16:35), cuando los judíos le piden a Jesús que los alimente de nuevo, no reconocen que la comida que Moisés le dio a Israel nunca los satisfizo (Juan 6:27). Es más, no piensan en las implicaciones del hecho de que Moisés alimentó a Israel con pan durante cuarenta años y, aun así, esos israelitas murieron (Juan 6:49).
Jesús, en cambio, vino a alimentar a su pueblo con el pan que saciaría toda su hambre y su sed (Juan 6:35), porque Jesús vino a entregarse a su pueblo. Cuando Moisés alimentó a Israel con pan en el desierto, lo hizo para prefigurar al líder del pueblo de Dios, que no se limitaría a alimentar a Israel con más maná, sino que él mismo se convertiría en el pan de vida para su pueblo mediante esta promesa: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, no tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).1
Notas al pie
- Para esta meditación me baso en gran medida en los sermones de John Piper a partir de Juan 6: http://www.desiringgod.org/sermons/by-scripture/john/6. ↩︎