Lecturas Bíblicas: Día 61
Éxodo 13 | Lucas 16 | Job 31 | 2 Corintios
Es importante reconocer que Jehová libera a Israel no para darle la libertad total, sino para que Israel pudiera ser su pueblo y para que Jehová pudiera ser su Dios En otras palabras, Jehová redimió a Israel. La palabra redimir significa comprar algo para uno mismo, y Jehová había actuado para recuperar a Israel de la posesión ilegal de Egipto.
Así pues, en Éxodo 13, Jehová ordena a Israel que consagre a todos sus primogénitos, ya sean humanos o animales (Éx. 13:2). Israel sacrificaría a Jehová todo animal macho primogénito, pero por cada ser humano primogénito, se ofrecería un sacrificio para redimir la vida de esa persona.
De este modo, Israel recordaría periódicamente cómo Jehová lo había redimido de Israel: “y endureciéndose Faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos.” (Ex. 13, 15).
Pero Jehová no está creando un mero papeleo para Israel, formalidades que deban cumplirse por cada primogénito. La preocupación de Jehová es mucho mayor: quiere comunicarles la naturaleza de su relación con ellos. La intención de Jehová era tomar un pueblo para sí (Éx. 6:7), para que fuera su pueblo y él su Dios. Este lenguaje es un lenguaje matrimonial: al igual que un hombre “toma” a una mujer para que sea su esposa, también Jehová ha “tomado” a Israel para que sea su esposa mediante un pacto.
Sin embargo, la redención periódica de los primogénitos no es la única forma en que Jehová comunica su relación de pacto con Israel. Dios también comienza a comunicar la naturaleza de su intimidad de pacto con Israel al final de Éxodo 13, cuando empieza a habitar cerca de Israel, guiándolo como una columna de nube de día y una columna de fuego de noche (Éx. 13:21-22). Durante este tiempo, la presencia de Jehová nunca se apartó de su pueblo.
Recuerda que, al principio, Jehová habitó en medio de su pueblo en el Jardín del Edén, hasta que el pecado rompió esa relación perfecta. Aquí, Jehová se esfuerza por restablecer esa intimidad.
Pero lo que se pone de manifiesto en Éxodo 13 es que la intimidad del pacto siempre tiene un precio. Así como fue necesario derramar la sangre del cordero para que el juicio de Jehová pasara por alto a los primogénitos de Israel en la noche de la décima plaga en Egipto, ahora Jehová sigue exigiendo un sacrificio de sangre para redimir a cada nuevo primogénito de Israel.
Y cuando Jehová envíe a su propio Hijo primogénito al mundo, el Señor Jesucristo derramará su propia sangre para que podamos disfrutar de la intimidad del pacto con Dios, morando con Él para siempre en los cielos nuevos y la tierra nueva.