Meditación Bíblica para Deuteronomio 11

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Lecturas Bíblicas: Día 158
Deuteronomio 11 | Salmos 95–96 | Isaías 39 | Apocalipsis 9

En la época de Jesús, los signos y frontales que Moisés quería ver atados a los ojos y las manos de los israelitas (Deut. 11:18) se habían convertido en gran medida en una muestra externa de hipocresía. Jesús condenó explícitamente a los fariseos por la forma en que llevaban sus signos y frontales (en griego, “filacterias”) para llamar la atención, diciendo: “Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos” (Mt. 23:5). Los fariseos ya no usaban sus filacterias como una herramienta para mantener las palabras del Dios vivo al frente y en el centro de sus vidas, sino para mostrar su propia justicia a todos los demás.

Pero eso no significa que la intención original de las filacterias fuera mala o estuviera mal concebida. Moisés quiere evitar desesperadamente una situación en la que los israelitas olviden las grandes obras que Jehová ha hecho por ellos, volviéndose en su lugar a adorar a los falsos dioses a los que las naciones que vivían en la tierra de Canaán hasta ese momento habían servido (Dt. 10:16-17).

Jehová no sólo sacó a su pueblo de la tierra de Egipto mediante señales y prodigios, con mano poderosa y brazo extendido, sino que lo hizo atravesar el Mar Rojo mientras era perseguido por los egipcios (Dt. 11:2-4). Es más, Jehová se tragó a Datán y Abiram (Dt. 11:6), que desafiaron el liderazgo de Moisés junto con Coré (Núm. 16). Y ahora Jehová está a punto de conducir a su pueblo a una tierra tan fértil que no necesitarán regarla, como habían hecho en Egipto, sino a una tierra que fluye leche y miel y que el propio Jehová cuida como un experto jardinero (Dt. 11:8-12).

Así pues, Moisés ordena al pueblo que recuerde una y otra vez la historia de lo que Jehová ha hecho por ellos. Deben atar la historia físicamente a sus cuerpos, enseñársela a sus hijos y escribirla en las postes de sus puertas y portales (Dt. 11:18-20).

De este modo, el pueblo de Dios “guardará estas palabras mías en su corazón y en su alma” (Dt. 11:18). Todos estos recordatorios físicos eran para que la historia calara hondo en sus corazones y almas. Al igual que la circuncisión, estos frontales, las inscripciones en los postes de las puertas y las inscripciones en las entradas eran signos físicos que apuntaban a una realidad espiritual más profunda, como ya comentamos en la meditación de ayer.

¿Se puede ser hipócrita con una filacteria? Por supuesto que sí.

¿Pero necesitamos recordatorios físicos que nos recuerden una y otra vez las realidades espirituales? Por supuesto que sí. Por eso Jesús nos dio el bautismo y la Cena del Señor, así como la membresía en congregaciones locales de creyentes: para recordarnos una y otra vez la historia.

Entonces, ¿se han convertido estos signos en fuentes de hipocresía para ti, o los aprecias como recursos especiales para volver una y otra vez a la historia de la vida, muerte y resurrección de Jesús?

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