Lecturas Biblicas: Día 200
Jueces 2 | Hechos 6 | Jeremías 15 | Marcos 1
Jueces 2:16-23 describe de manera explícita el patrón que encontraremos una y otra vez a lo largo de este libro: Israel pecará y, como resultado, Jehová entregará a su pueblo al juicio. Pero, cuando el pueblo clame a Jehová para que lo rescate, éste levantará un juez para él, ya que “era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que lo afligían y oprimían” (Jue. 2:18). Jehová dará la victoria al juez, y éste reformará el culto de Israel mientras viva. Pero entonces, cuando el juez muera, Israel se hundirá más profundamente en el pecado de lo que estaba antes del ministerio del juez. Desde ese punto, el patrón comenzará de nuevo, pero Israel comenzará el ciclo desde una condición peor que en la iteración anterior.
Encontramos el punto de partida de este descenso en espiral, entonces, con los ancianos que habían servido junto a Josué. Mientras vivió esa generación, el pueblo de Israel no adoró a dioses falsos (Jue. 2:5-10). Sin embargo, el pecado de su generación fue no haber obedecido plenamente a Jehová al expulsar de la tierra a los habitantes de Canaán, como vimos en Jueces 1. Pero cuando esos ancianos murieron, cortando la última conexión que quedaba con Josué (y con Moisés antes que él), Israel hizo lo que le pareció correcto a sus propios ojos, y en concreto, empezó a servir a los baales y a Astarot (Jue. 2:11-15). Esto provoca a la ira de Jehová, que entrega a Israel para que sea derrotado y oprimido por sus enemigos, con lo que el ciclo vuelve a empezar. Así comienza la trágica historia del libro de los Jueces.
Pero como dijimos ayer, toda esta historia subraya la necesidad desesperada de Israel de un pastor. La mayoría de los jueces sobre los que leeremos en este libro eran profetas, pero ninguno era sacerdote, que tenían la responsabilidad última de gobernar la vida religiosa de Israel, y ninguno era rey, que tenían la responsabilidad última de gobernar la vida civil de Israel.1 Los jueces habían sido nombrados por Moisés sólo para ayudar en la labor de pastorear al pueblo de Dios (Ex. 18). En otras palabras, los jueces nunca debieron ser los líderes exclusivos del pueblo de Dios.
El pueblo de Jehová necesita un pastor, y eso es tan cierto hoy como lo era entonces. En el nuevo pacto, Jesús ha venido como nuestro profeta, sacerdote y rey definitivo, pero cuando Jesús ascendió al cielo, dio líderes como dones a su pueblo para que lo ayudaran en su ministerio (Ef. 4:7-12). En otras palabras, Jesús nos dio pastores y ancianos para que actuaran como apacentadores, cuidando del rebaño de Dios hasta que volviera a aparecer el pastor principal (1 Pe. 5:1-5).
Hoy, hay un rey en Israel que, a través de sus ancianos, nos pastorea para asegurarse de que hacemos lo que es correcto a los ojos de Dios, y no a los nuestros.
Notas al pie
- James Bannerman, The Church of Christ: A Treatise on the Nature, Powers, Ordinances, Discipline, and Government of the Christian Church, new ed., (Edinburgh, UK: The Banner of Truth Trust, 2015), 131. ↩︎