Meditación Bíblica para Jueces 1

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Lecturas Bíblicas: Día 199
Jueces 1 | Hechos 5 | Jeremías 14 | Mateo 28

El comienzo positivo del libro de los Jueces es totalmente engañoso. La muerte de Josué deja a Israel sin un líder claro por primera vez desde que Jehová llamó a Moisés para pastorear Israel. La pregunta, entonces, es la siguiente: ¿Continuará Israel siguiendo a Jehová o no? Al principio, las cosas parecen ir bien. En Jueces 1:1, encontramos al pueblo de Israel consultando a Jehová sobre cómo debían proceder con sus planes de batalla. Luego, en Jueces 1:2-26, Jehová da órdenes claras a Judá, Simeón y José, y todos obedecen. Hasta aquí, todo bien.

Pero a partir del versículo 27 del capítulo 1, el libro de los Jueces relata el lento descenso de Israel hacia algunos de los días más oscuros de su historia, un descenso que comienza inicialmente con pequeños actos de desobediencia. Para empezar, Israel falla en expulsar completamente a los habitantes de Canaán. En algunos casos, los israelitas capturan a los cananeos y los someten a trabajos forzados (Jue. 1:28, 30, 33, 35), y en otros casos, simplemente permiten que los cananeos sigan viviendo entre ellos (Jue. 1:29, 31-32).

Parte de la razón de la desobediencia de Israel proviene de la falta de voluntad para obedecer plenamente a Jehová. Estas historias se parecen mucho a la que leeremos más adelante en 1 Samuel 15, cuando el rey Saúl quiere quedarse con el ganado de los amalecitas y perdonar la vida a su rey, Agag, en lugar de ocuparse de destruirlo todo como Jehová había ordenado. A causa de la desobediencia de Saúl, Jehová le arrebata el reino de Israel (1 Sam. 15:28).

Pero a medida que continuemos leyendo, descubriremos un tema más amplio a lo largo del libro de los Jueces, y es que Israel necesita desesperadamente un líder. Hacia el final del libro, aparece dos veces un versículo que cristaliza esta idea, una en Jueces 17:6 y otra al final del libro en 21:25: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía“. Además, la frase “no había rey en Israel” aparece otras dos veces, en Jueces 18:1 y 19:1.

El libro de los Jueces enseña, pues, que el pueblo de Dios es una oveja descarriada que necesita un pastor. Las historias de la debilidad de Israel sin un líder preparan la historia de la llegada del gran rey pastor de Israel, David, en 1 Samuel. En David, Dios pondría a un hombre conforme a su corazón en el trono de Israel, no sólo para guiar a su pueblo en la conquista contra sus enemigos, sino también para guiarlo en la búsqueda de Jehová. Al final, Jehová levantaría del linaje de David a nuestro gran pastor de ovejas, el Señor Jesucristo, para reinar como rey de Israel para siempre.

Pero eso es adelantarse un poco a la historia. En los próximos capítulos de Jueces, las cosas empeorarán mucho antes de mejorar.

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