Jehová de los ejércitos es un nombre que nos muestra que Él es un Dios de Justicia. En el Salmo 24:10 leemos:
¿Quién es el Rey de gloria? Jehová de los Ejércitos, Él es el Rey de gloria.
El rey David le asigna a Dios Jehová de los ejércitos, este Salmo que el escribe inspirado por el Espíritu Santo, exalta a Dios como Dios Soberano, Dios poderoso, Dios de Justicia y salvación, dueño de todo el universo. La Biblia nos enseña que Dios viene librando una batalla por su pueblo en un mundo físico y espiritual, veremos con unos muy resumidos y pocos ejemplos lo que Dios ha hecho en el pasado con su pueblo y por su pueblo.
Josué por medio de guerras y batallas, entró junto al pueblo de Israel a la tierra prometida. En Josué 5: 13-15, cap 6,8,10,11. Dios animó a Josué a ser esforzado y valiente porque lo enviaba a la guerra.
David se enfrentó al gigante Goliat en nombre de Jehová de los Ejércitos (1Sa 17:45). Dios dice de David que era un hombre conforme a su corazón, pero no pudo levantar templo al Señor por tener sus manos manchadas de sangre, pues fue un varón de guerra. Dios pidió a su pueblo fidelidad y solo adoración a Él y la recompensa sería que les iría bien en todo lo que hicieran.
Después de la generación de Salomón, se levantaron reyes que se apartaron del Dios verdadero y Dios en su celo y su amor permitió que varios imperios castigaran a la nación de Israel y lo permito para corregir y restaurar a su pueblo, el primero de estos imperios fue el Asirio, los conquistó y les exigió pagarle tributo, se convirtieron en sus vasallos. Los asirios eran conocidos por ser un gobierno cruel: sembraban el terror en las naciones que eran conquistadas. Cuando Israel finalmente se rebela contra el rey Asirio buscó ayuda de Egipto y no de Dios, (Isa 36:6).
Luego de esto, muere el rey Acáz (2Cr. 29), cae Samaria y son invadidos. Le sucede Ezequías que hace lo bueno delante de Dios y durante su reinado cae el imperio Asirio, y Dios castiga a Asiria por su crueldad. (Nahúm). El rey Senaquerib es muerto por sus propios hijos en el templo de su dios.
Durante el reinado de Joaquín está establecido un nuevo imperio, el Babilónico, ¿y qué dice el Señor del rey de Babilonia? Le llama siervo. (Jer. 25:9. Jer. 27:6-8). Nuestro Dios nos deja ver que Él tiene el control de todo y es Él quien gobierna las naciones. Nabucodonosor invadió Jerusalén destruyó el templo y miles fueron llevados prisioneros a Babilonia, su exilió fue durante 70 años (Daniel, Ezequiel, Isaías).
Cae el imperio Babilónico en manos de Ciro el grande, este imperio llamado Medo Persa es usado por Dios para liberar a su pueblo y regresarlos a sus tierras. (2cr 36:22-2, Esdras 1: 1-11).
Durante este imperio hubo un alivio en el pueblo de Dios. En el año 334 a.C. cae el imperio persa en manos de Alejandro Magno. En la batalla de Issos el rey Darío se rinde ante el joven macedonio y así conquista Babilonia, Siria, Palestina y todo el mundo conocido hasta ese momento. Es Increíble y fascinante leer la historia bíblica al lado de la historia secular y ver lo que Dios ha venido haciendo desde los inicios de la humanidad.
El imperio griego tuvo su relevancia durante el tiempo de silencio, esos años donde Dios no levantó profeta. Pero hay una mención del imperio griego en el libro de Daniel, capítulo 7. Este imperio duró poco por la temprana muerte del rey en el año 323 a.C. y como es sabido después de este imperio se da inicio al imperio romano, en cuyo gobierno de emperadores hace entrada Juan el Bautista y nuestro Señor Jesucristo. Los romanos. no menos cruel que los demás, dejaron su marca en el pueblo de Israel. Los judíos eran sus vasallos, y siendo gobernados por esta nación, se le da muerte al Señor, destruyen el templo, y la ciudad de Jerusalén, matan a los apóstoles y persiguieron a la iglesia.
Nuestro Dios es un Dios de Guerra y Justicia, y no está ajeno a nada de lo que sucede debajo del cielo; todo evento, por pequeño o grande que sea, está siendo usado por Dios para concluir su máxima obra que es haber enviado a su Hijo Jesús a morir por un pueblo para limpiarlo y santificarlo. Las naciones son castigadas en la libre Justicia de Dios, pero su pueblo es santificado y apartado para su Gloria.