Lecturas Bíblicas: Día 59
Éxodo 11 | Lucas 14 | Job 29 | 1 Corintios 15
Éxodo 11-12:21 narra el enfrentamiento final entre Jehová y el Faraón. Una y otra vez, el Faraón ha endurecido su corazón contra Él, exaltándose contra el Dios de los hebreos, y en la lectura de hoy, Jehová pone fin a esta historia.
A pesar de la advertencia de Moisés de que Jehová en persona saldrá en medio de Egipto para matar a todos los primogénitos de la nación -incluidos los del propio faraón-, este no escucha. Jehová endurece de nuevo el corazón del faraón para que “se multipliquen las maravillas de Jehová en la tierra de Egipto” (Ex. 11:9). Faraón se ha enaltecido orgullosamente contra Jehová, tratando brutalmente al amado pueblo de Dios, y ahora Jehová redimirá a su pueblo de Egipto con mano fuerte y brazo poderoso y extendido.
Pero debido a la naturaleza del juicio de Jehová en esta plaga, los israelitas no están automáticamente exentos: los primogénitos de Israel también están en peligro, ya que ellos también viven en la tierra de Egipto. Por lo tanto, Jehová toma medidas para proteger a su pueblo mediante la ordenación de la fiesta de la Pascua, una fiesta que Israel celebrará durante todas sus generaciones (Ex. 12:14). Al sacrificar un cordero para la Pascua y untar sus casas con la sangre del cordero, los primogénitos de Israel estarán protegidos. Cuando Jehová vea la sangre, promete pasar por encima de su pueblo para que no sufra daño junto con los primogénitos de Egipto (Ex. 12:13).
En este relato vemos a la vez el juicio y la misericordia de Jehová. Mientras derrama su juicio sobre los gobernantes de este mundo que le desafían malvadamente oprimiendo a su pueblo, Jehová, al mismo tiempo, proporciona protección a su pueblo, de modo que, mediante la sangre de un sacrificio, Jehová pasa por alto a su pueblo.
En el transcurso del resto de la historia de la Biblia, queda muy claro que la Pascua siempre había apuntado hacia Jesucristo. En la crucifixión, Jesús se convirtió en el cordero de la Pascua definitivo para el pueblo de Dios. Y porque estamos cubiertos con la sangre de Jesús, el juicio de Jehová simplemente pasa por sobre nosotros, tal como Jehová pasó por sobre los israelitas cuando estaban en Egipto. Pablo incluso llama explícitamente a Jesús “nuestro cordero de Pascua” (1 Cor. 5:7).
Pero hay otro aspecto en la forma en que esta historia apunta hacia Jesús que a veces se pasa por alto. No es sólo que Jesús se convirtiera en el cordero de nuestra pascua, sacrificado para proteger al pueblo de Dios con su sangre, sino que Jesús también se convirtió en el Hijo primogénito por excelencia al que Jehová abatió en juicio. Así como todos los primogénitos de Egipto fueron abatidos, también el Hijo primogénito del propio Dios fue abatido en la cruz.
Por supuesto, estos dos aspectos están relacionados. Jesús actuó para proteger a su pueblo recibiendo el juicio que merecía y, al hacerlo, se convirtió en el cordero de nuestra pascua, cuya muerte protegió nuestra vida1.
Notas al pie
- Tomo prestada esta frase de Kara Tippetts, “Dear Brittany: Why We Don’t Have to Be So Afraid of Dying and Suffering That We Choose Suicide,” October 8, 2014. Accessed October 20, 2014. <http://www.aholyexperience.com/2014/10/dear-brittany-why-we-dont-have-to-be-so-afraid-of-dying-suffering-that-we-choose-suicide/> ↩︎