Meditación Bíblica para Génesis 43

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Lecturas Bíblicas: Día 41
Génesis 43 | Marcos 13 | Job 9 | Romanos 13

Cuando se acaba la primera ración de grano para Jacob y sus hijos, éste ordena a sus hijos que regresen de nuevo a Egipto para comprar más grano. Judá no sólo le recuerda a Jacob que José les había dicho que no se presentaran ante él sin el hijo menor de Jacob, Benjamín, sino que también le promete la seguridad de Benjamín. En la meditación de mañana veremos con más detalle la disposición de Judá a sacrificarse para garantizar la seguridad de Benjamín.

Aunque a Jacob no le entusiasma poner en peligro a su amado hijo Benjamín, al final cede y envía a sus hijos con el doble de su dinero y con regalos para llevar al egipcio que les vendía el grano. Sin embargo, en lugar de necesitar un soborno, José agasaja a sus hermanos con un banquete, un gesto de no poco valor en medio de una hambruna.

Considera la magnitud de la gracia de José hacia sus hermanos hasta este momento. Es significativo que José no ejecutara a sus hermanos en el acto cuando los reconoció. A pesar de que José tenía ahora todo el poder en su relación -una situación inversa a la de cuando estaban sobre él en la fosa-, José se negó a vengarse directamente.

Pero José tampoco se permitió vengarse indirectamente, como hubiera sido su derecho, negándose a vender grano a sus hermanos durante la intensa hambruna. De hecho, José llegó a reponer el dinero que habían pagado en sus bolsas antes de partir en Génesis 42:25. Cuando confiesan que de alguna manera acabaron con el dinero de la primera entrega de grano, José desestima su afirmación, insistiendo en que él había recibido el dinero (Gen. 43:23).

Es entonces cuando José prepara el banquete para sus hermanos. Aunque no podía comer con sus hermanos debido a las normas culturales, les dio de comer (para su asombro) directamente de su propia mesa, dando a Benjamín cinco veces más que a cualquier otro hermano. Y a pesar de que no tenían ni idea de por qué se les trataba tan bien (y a pesar de su ignorancia de lo que realmente merecían), festejaron alegremente ante José.

¿Ves en esto un atisbo de la magnífica gracia que Jesús nos extiende? Aunque hayamos pecado contra Él de tal manera que contribuyó a su brutal ejecución en la cruz, Él se encarga de suplir todas nuestras necesidades según sus riquezas en gloria, y provee de su propio tesoro para poner una mesa ante nosotros, incluso en medio de nuestros enemigos.

La próxima vez que vengas a la mesa del Señor para celebrar un banquete con Él, acuérdate de José y del banquete que celebró con sus hermanos. Al igual que los hermanos de José, nosotros ya no somos traidores enemistados con el Señor, sino huéspedes de honor a los que él invita a su presencia.

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