Lecturas Bíblicas: Día 365 2 Crónicas 36 | Apocalipsis 22 | Malaquías 4 | Juan 21 |
El punto central de 2 Crónicas 36 no está en las historias de los malvados hijos de Josías, Joacaz y Joacim, ni en las historias de los hermanos Joaquín y Sedequías, que presidieron la destrucción de Jerusalén y el exilio de Judá. Estos reyes malvados hacen lo que han hecho todos los reyes malvados que les han precedido: abandonan la ley de Moisés y la organización de los levitas de David para contaminar la adoración a Jehová con la idolatría y otras perversidades. Más aún, el punto central de 2 Crónicas 36 no está en el breve relato de cómo los caldeos (es decir, los babilonios) vienen contra Jerusalén con espada y fuego, maltratando al pueblo de Judá y destruyendo el templo. En repetidas ocasiones, Jehová envía mensajeros y profetas para advertir a su pueblo: “Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio” (2 Cr. 36:16). Por el contrario, el punto central de 2 Crónicas 36 se encuentra en la proclamación de Ciro, rey de Persia, en los versículos 22-23. Allí encontramos a Jehová despertando el espíritu del rey persa para que envíe al pueblo de Judá de vuelta a Jerusalén.
Es importante entender que 2 Crónicas era el último libro de la Biblia en el orden de los libros de las Escrituras hebreas para los judíos que vivieron en los días previos a la época de Jesús. En otras palabras, este pasaje fue la última palabra de las Escrituras para el pueblo de Dios durante el período intertestamentario, en el que esperaron cuatrocientos años de silencio para escuchar a Dios antes de la venida de Jesús, un silencio que el profeta Amós llamó hambre de escuchar las palabras de Jehová (Amós 8:11-12). Y mientras meditaban sobre esta última palabra del libro, se quedaron reflexionando sobre todas las promesas de Dios a través de las Escrituras hasta el momento. ¿Seguiría siendo fiel Dios para aplastar la cabeza de la serpiente (Gn 3:15)? ¿Seguiría bendiciendo a todas las naciones a través de la descendencia de Abraham (Gn. 12:3)? ¿Seguiría reinando para siempre en el trono de David un rey de la estirpe de David (2 Sam. 7:12-13)?
Esta palabra de cierre de las Escrituras del Antiguo Testamento, entonces, no viene como un final sino como un “Continuará…”. Más de la historia está por venir-y a través de esta próxima entrega, Jehová ataría todos estos hilos sueltos (y más) en el paquete perfecto en la persona de su único Hijo, en quien todas las promesas de Dios encuentran su “Sí” y “Amén” (2 Cor. 1:20).
Si el Señor quiere, seguiremos explorando el relato completo del evangelio de nuestro Señor Jesucristo en el próximo volumen de nuestro estudio a través del despliegue de la historia de la palabra de Dios, pero mientras tanto..:
Esta historia continuará…