Lecturas Bíblicas: Día 362 2 Crónicas 33 | Apocalipsis 19 | Malaquías 1 | Juan 18 |
El contraste entre el piadoso rey Ezequías y el malvado rey Manasés es sorprendente. Ezequías había sido un abanderado de la adoración pura a Jehová, pero Manasés hace “lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel” (2 Cr. 33:2). Por tanto, Manasés deshace todas las fieles reformas de su padre, Ezequías, y lleva a Judá por mal camino para hacer “más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel” (2 Cr. 33:9).
Sin embargo, mientras que en el libro de 2 Reyes Manasés había sido un villano unilateral, la historia que encontramos en 2 Crónicas pinta un cuadro más complicado, como fue el caso de Roboam (2 Cr. 10-12) y Abías (2 Cr. 13). En 2 Reyes, leemos que Manasés había sido el que había puesto a Jehová en un camino irreversible hacia la destrucción de Jerusalén y el envío del pueblo de Judá al exilio (2 Re. 21:10-15). Sin embargo, en 2 Crónicas vemos que Manasés se humilla después de que Jehová enviara a los asirios a capturarlo y arrastrarlo encadenado a Babilonia (2 Cr. 33:11). Cuando Manasés se arrepiente, Dios escucha la oración de Manasés y restaura al rey de nuevo a Jerusalén, de modo que “Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios” (2 Cr. 33:13).
Esta historia anuncia claramente el inminente exilio a Babilonia que todo Judá experimentaría sólo unas pocas décadas después del miniexilio de Manasés a Babilonia. Sin embargo, no debemos pasar por alto que el Cronista nos cuenta específicamente cómo regresó Manasés del exilio: humillándose, orando, buscando el rostro de Jehová y apartándose de sus malos caminos (cf. 2 Cr. 7:14). En este punto, no hay forma de alterar el curso del futuro de Judá. El Cronista, sin embargo, está empezando a dar forma a la historia, no de cómo Judá puede evitar el exilio, sino de cómo volverán del exilio. Recordemos que los libros de Crónicas están escritos desde la perspectiva de los exiliados que regresaron de Babilonia, por lo que este relato está diseñado para dar forma a su comprensión de cómo superar el desastre que habían experimentado.
Y en la historia de Manasés, Dios mantiene la esperanza de que incluso el más atroz de los pecadores no está demasiado lejos de su gracia y misericordia. Esto fue cierto para Manasés, fue cierto para los exiliados que regresaron de Babilonia, y sigue siendo cierto para ti y para mí que vivimos hoy. La diferencia, sin embargo, es que los que vivimos de este lado del Señor Jesucristo entendemos la razón por la que Dios puede ser tan indulgente con nosotros: por su Hijo. A través de la vida, muerte y resurrección de Cristo, Dios extiende su gracia a desdichados como nosotros que languidecen en el exilio de la desastrosa maldición de nuestro pecado.