Lecturas Bíblicas: Día 358 2 Crónicas 29 | Apocalipsis 15 | Zacarías 11 | Juan 14 |
A pesar del hecho que la historia de Judá se encamina rápidamente hacia su eventual exilio en Babilonia, tenemos dos reyes piadosos más para estudiar, comenzando con Ezequías aquí en 2 Crónicas 29. Como era de esperar, lo primero que leemos acerca de Ezequías para demostrar su piedad es su reforma del culto de Judá, que es especialmente importante después del malvado reinado de Acaz, a quien vimos ayer.
Pero, una vez más, el Cronista no se limita a repetir lo que leímos en 2 Reyes 18:3-7. En cambio, obtenemos nueva información, descubriendo aquí que Ezequías apela a todos los levitas para que reformen el culto de Judá. De esta manera, Ezequías comienza llamando a los levitas a consagrarse para iniciar el proceso de volver a Jehová mediante una adoración fiel en el templo (2 Cr. 29:3-11). Leemos acerca de todos los levitas que aceptan la tarea, enumerados por clanes: coatitas, meraritas y gersonitas (2 Cr. 29:12-13a). Luego, leemos otra lista por clanes en 2 Crónicas 29:13b-14, donde encontramos a los descendientes de los cantores originales que David había nombrado en el templo en 1 Crónicas 15: Asaf, Hemán y Jedutún. Inmediatamente, los levitas y los sacerdotes trabajan juntos para limpiar el templo de cualquier cosa impura que Acaz hubiera introducido allí, y reponen todos los utensilios que Acaz había desechado (2 Cr. 29:15-19).
Una vez consagrado el templo, Ezequías reinicia plenamente todas las actividades de adoración que nunca debieron cesar. Por ello, ordena a los sacerdotes que degüellen sus sacrificios (2 Cr. 29:20-24), y vuelve a colocar a los levitas para que canten alabanzas con sus címbalos, arpas y liras (2 Cr. 29:25-30). Por último, una vez consagrado el pueblo, Ezequías ordena ofrecer sacrificios y ofrendas de agradecimiento, es decir, sacrificios que no expiaban ni limpiaban del pecado, sino que celebraban la comunión de Israel con Jehová (cf. Lev. 3, 4, 7). En este punto, los levitas siguen desempeñando un papel especial, ya que son “más rectos de corazón que los sacerdotes al consagrarse” (2 Cr. 29:34).
Aunque es evidente que Ezequías está siguiendo exactamente lo que David había ordenado en lugar de innovar nuevas formas de adoración (2 Cr. 29:5, 25-27, 30), vemos no obstante la misma dinámica que hemos visto en David: el rey Ezequías está ordenando a los levitas y a los sacerdotes que ofrezcan un culto aceptable a Jehová. De este modo, vuelve a actuar como debe hacerlo un rey del pueblo de Jehová, es decir, un hijo de David, purificando el culto de Judá. Y al hacer esto, prefigura el papel del Hijo mayor de David, Jesucristo mismo, que vino como el rey que purificaría el culto del pueblo de Dios para siempre. Mañana seguiremos leyendo sobre las reformas de Ezequías.