Lecturas Bíblicas: Día 359 2 Crónicas 30 | Apocalipsis 16 | Zacarías 12 | Juan 15 |
En 2 Reyes 23, el rey Josías (bisnieto del rey Ezequías) restaura la fiesta de la Pascua. Aunque esa restauración de la Pascua viene mucho más tarde en el tiempo que la historia que leemos aquí en 2 Crónicas 30, sin embargo encontramos esta declaración: “No había sido hecha tal pascua desde los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.” (2 Re 23:22).
Nótese, sin embargo, que el autor de 2 Reyes no dice que no se hubiera celebrado ninguna Pascua antes de Josías, sino que no se había celebrado una pascua semejante. La historia que leemos aquí, en 2 Crónicas 30, no describe una Pascua como la que Josías celebraría muchos años después, sino una Pascua defectuosa. Para empezar, la Pascua debía celebrarse durante el primer mes (Éx. 12:1-6; Lev. 23:5; Núm. 28:16), sin embargo, leemos varias veces en este capítulo que la Pascua de Ezequías se celebra durante el segundo mes (2 Cr. 30:2, 13, 15). Más aún, un número considerable de personas durante la asamblea no estaban debidamente consagradas (2 Cr. 30:17-18). No obstante, vemos que hubo gran alegría en Jerusalén (2 Cr. 30:26) y que el Señor mismo bendijo esta celebración de la Pascua (2 Cr. 30:20, 27). ¿Qué podemos aprender de todo esto?
Es importante reconocer que éste fue un día de avivamiento, en el que todo el pueblo fue guiado por Jehová mismo para volver de la idolatría de Acaz a la verdadera adoración: “En Judá también estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón para cumplir el mensaje del rey y de los príncipes, conforme a la palabra de Jehová” (2 Cr. 30:12). Se omitieron algunos detalles, pero su amor al Señor les llevó a celebrar la Pascua imperfectamente antes que perderse por completo la fiesta del Señor un año más.
Pero por bueno que fuera esto, la falta de obediencia a Jehová en todos los aspectos significa que no es tan bueno como podría haber sido. Cuando llega el rey Josías, reforma aún más la adoración del pueblo del Señor, corrigiendo incluso los detalles. Mientras que la Pascua de Ezequías era buena, la Pascua de Josías era mejor, de modo que “no había sido hecha tal pascua desde los tiempos en que los jueces gobernaban”.
Lo que esto significa es que no podemos justificar la falta de alegría en la adoración apelando al hecho de que adoramos de forma correcta, pero tampoco podemos sacrificar los verdaderos medios de adoración que Dios mismo instituyó (la lectura y la predicación de la Palabra, la oración y los sacramentos) para tratar de encontrar la alegría en algún otro tipo de adoración. Jesús vino a reformar la adoración en su Iglesia para que pudiéramos adorar a Dios para siempre en espíritu y en verdad, con alegría y precisión. ¿Qué lado tiendes a enfatizar más?