Lecturas Bíblicas: Día 217
Jueces 19 | Hechos 23 | Jeremías 33 | Salmos 3–4
En Jueces 19:1, leemos que “cierto levita” tomó una mujer de Belén de Judá. El autor del libro de los Jueces tiene cuidado de declarar, una vez más, que todo esto sucedió “en aquellos días, cuando no había rey en Israel” (Jueces 19:1), subrayando la maldad que estamos a punto de leer. Ahora bien, el texto no identifica con certeza a este “cierto levita” que vivía en la región montañosa de Efraín como Jonatán, el sacerdote levita que sirvió a Miqueas (Jue. 17) y luego a la tribu de Dan (Jue. 18). Sin embargo, sabemos que Miqueas había vivido en la región montañosa de Efraín (Jue. 17:1), y sabemos que Jonatán era originalmente “un levita de Belén de Judá” (Jue. 17:9), que es la ciudad donde este “cierto levita” había encontrado a su concubina (Jue. 19:1). Así pues, aunque la cronología y las identidades de las personas que aparecen en estos relatos no están del todo claras, lo más probable es que estemos leyendo sobre el mismo levita en Jueces 17, 18 y 19.
Y ahora, al llegar a Jueces 19, vemos las consecuencias del carácter de este levita idólatra. Cuando empieza a experimentar el peligro en Gabaa, sacrifica a su propia concubina para protegerse de los benjamitas violadores, que abusan de ella toda la noche (Jue. 19:25). Es una escena prácticamente idéntica a la que Lot había enfrentado en la ciudad de Sodoma y Gomorra allá en Génesis 19, donde los hombres de la ciudad primero habían exigido tener sexo con los hombres dentro de la casa y luego los hombres dentro de la casa habían ofrecido a las mujeres para satisfacer a sus atacantes. Ambas partes se ven terribles, pero hay que tener en cuenta que la ciudad de Gabaa no es una ciudad pagana como Sodoma y Gomorra, es una ciudad israelita, y los violadores son hombres de la tribu israelita de Benjamín. Además, los hombres de Sodoma y Gomorra nunca tocaron a nadie.
Pero entonces, sin piedad, el levita se levanta a la mañana siguiente y cruelmente ordena a su concubina: “Levántate, vámonos” (Jue. 19:28). Sólo en ese momento se da cuenta de que está muerta, ya que aparentemente no se molestó en comprobar su estado en ningún momento de la noche anterior. Y el punto culminante de esta historia: el levita toma el cuerpo de la mujer, lo corta en doce pedazos y envía los restos desmembrados de la mujer a las doce tribus de Israel para informarles de lo sucedido.
¿Qué debemos pensar de esta horrible historia, en la que un levita sacrifica a su concubina, en la que los hombres de una ciudad israelita maltratan a la concubina hasta la muerte -superando la maldad de Sodoma y Gomorra- y en la que el levita descuartiza a su concubina para enviar su impuro cadáver a las doce tribus de Israel? Hablaremos más sobre las consecuencias de este suceso en los próximos dos días.