Lecturas Bíblicas: Día 235
1 Samuel 15 | Romanos 13 | Jeremías 52 | Salmos 31
En 1 Samuel 15 se plantea una cuestión importante de teología bíblica: ¿Qué significa leer que Jehová “se arrepiente” de las decisiones que ha tomado? Cuando Jehová ordena a Saúl que dedique para destrucción todo lo que hay entre los amalecitas, Saúl obedece sólo en la medida en que le conviene: “mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron” (1 Sam. 15:9). Pero cuando la obediencia a Jehová le resulta inconveniente, Saúl desobedece y decide perdonar la vida al rey Agag y al ganado amalecita. Después del incumplimiento por parte de Saúl a la orden de Jehová, la palabra de Jehová llega a Samuel, diciendo: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras.” (1 Sam. 15:11; cf. 1 Sam. 15:35). ¿Cómo debemos interpretar esto?
En primer lugar, aquí vemos la misma palabra que se usó dos veces en Génesis 6 para describir el arrepentimiento de Jehová por haber creado a la humanidad por completo antes de enviar el diluvio en los días de Noé: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.” (Gen. 6:6-7). En ambos casos, la palabra “arrepentimiento” indica que Jehová tomaría medidas decisivas para arreglar las cosas: en Génesis 6, enviando un diluvio para destruir todo el mundo, y en 1 Samuel, ungiendo a un nuevo rey, al que conoceremos en la lectura de mañana.
En segundo lugar, la misma palabra se utiliza otras dos veces en 1 Samuel 15, y las siguientes ocurrencias son fundamentales para desarrollar una teología bíblica equilibrada sobre este punto: “Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta.” (1 Sam. 15:29). Jehová se arrepiente de haber creado a la humanidad y de haber puesto a Saúl en el trono, pero lo que Dios entiende por arrepentimiento no se corresponde exactamente con nuestra propia experiencia humana del arrepentimiento.
En conjunto, vemos a un Dios que ama tanto a su creación que se aflige por su quebrantamiento y rebelión. El sentido de este pasaje no es que Dios cometa errores de los que deba arrepentirse como hacemos tú o yo, sino más bien que Dios se preocupa tan profundamente por este mundo que tomará las medidas que sean necesarias para enderezar las cosas. En última instancia, el pesar de Dios por el quebrantamiento pecaminoso de este mundo le llevó a enviar a su único y amado Hijo a morir para arreglar las cosas.
No servimos a un Dios imperfecto que comete errores, ni a un Dios indiferente e impersonal que no se preocupa por su creación. Por el contrario, servimos a un Dios perfecto, cuyo profundo amor le impulsó a buscar nuestra redención, incluso cuando le costó a su Hijo más precioso y amado, Jesucristo.