Lecturas Bíblicas: Día 214
Jueces 16 | Hechos 20 | Jeremías 29 | Marcos 15
El final de Sansón en Jueces 16 es una tragedia, pero no una sorpresa. Como en Jueces 14, la debilidad de Sansón por las mujeres acabó con él en Jueces 16, primero con una prostituta filistea en Jueces 16:1-3 y luego con Dalila, una mujer filistea que amaba a su pueblo más de lo que jamás amó a Sansón. Además, al igual que los filisteos habían utilizado a la mujer de Sansón en Jueces 14 para conocer el secreto del acertijo de Sansón, aquí los filisteos utilizan a Dalila para conocer el secreto de la fuerza de Sansón a cambio de 1.100 piezas de plata (Jueces 16:5).
Sansón parece percibir exactamente lo que está ocurriendo, así que le cuenta a Dalila todo tipo de mentiras sobre la fuente de su fuerza. Finalmente, la incesante demanda de información por parte de Dalila presiona con fuerza a Sansón, de modo que “su alma se angustió hasta la muerte” (Jue. 16:16), y finalmente Sansón revela que la fuente de su fuerza es la longitud de su cabello. Traicioneramente, Dalila afeita la cabeza de Sansón esa misma noche, y los filisteos capturan a Sansón, le sacan los ojos y lo atan como esclavo en Gaza.
Sin embargo, no toda esperanza está perdida. En lugar de eso, la narración gira sobre la línea de Jueces 16:22: “Pero el cabello de su cabeza comenzó a crecer de nuevo después de rasurado“. En un gran festín al dios filisteo Dagón, cuando 3.000 hombres y mujeres se reunieron bajo un mismo techo, Sansón tuvo una última oportunidad de cumplir su vocación como juez de Israel. Sacrificándose a sí mismo, ora: “Señor Dios[ad], te ruego que te acuerdes de mí, y te suplico que me des fuerzas solo esta vez, oh Dios, para vengarme ahora de los filisteos por mis dos ojos” (Jue. 16:28). Con eso, rompe las dos columnas centrales que sostenían la casa filistea, matando a más filisteos en ese solo acto que lo que había hecho en toda su vida (Jue. 16:30).
Aquí es donde vemos la historia de Jesús resplandeciendo más claramente en la vida de Sansón. Jesús también fue vendido por monedas de plata mientras buscaba a una novia traidora, y Jesús también entregó su propia vida para salvar a su pueblo. Pero como en el resto de la historia de Sansón, la de Jesús es mucho mejor. Cuando Jesús fue a la cruz, no le pidió a Dios que se vengara de la gente que había cometido actos violentos contra él, sino que oró para que su Padre los perdonara (Lucas 23:34).
Y mientras Sansón sólo juzgó a Israel durante veinte años, Jesús reinará por toda la eternidad. Jesús llama hoy a su novia -es decir, nos llama a nosotros, que, como Dalila, lo vendimos con nuestros pecados y transgresiones para ser crucificado a manos de hombres malvados- al arrepentimiento y a la fe, mientras esperamos su regreso para destruir de una vez por todas a todos los falsos dioses de este mundo.
