Meditación Bíblica para 1 Samuel 11

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Lectura Bíblica: Día 231
1 Samuel 11 | Romanos 9 | Jeremías 48 | Salmos 25

Al final de 1 Samuel 10, el narrador nos dio un nuevo detalle crítico sobre Saúl: “Saúl también se fue a su casa en Gabaa…” (1 Samuel 10:26). Sabíamos que Saúl era de Benjamín, y sabíamos que Saúl decía ser del clan más humilde de la tribu de Benjamín (1 Sam. 9:21), pero ahora descubrimos lo que Saúl quería decir: el primer rey de Israel desciende del clan que vivía en Gabaa, donde había ocurrido la brutal violación y asesinato de la concubina del levita en Jueces 19. El narrador ha ocultado esta información hasta ahora, pero no podremos entender lo que ocurre aquí, en 1 Samuel 11, a menos que comprendamos la historia del clan de Saúl.

Cuando Saúl descubre que Jabes de Galaad está sitiada, entra inmediatamente en acción y convoca a todo Israel para que se levante en defensa de la ciudad. Hay que tener en cuenta que Jabes de Galaad era la ciudad de la que Israel había tomado esposas para la diezmada tribu de Benjamín, masacrando a todos los hombres y a todas las mujeres casadas (Jue. 21). Al parecer, los amonitas se habían dado cuenta que Jabes de Galaad no tenía forma de luchar por sí misma después de perder a todos sus hombres, por lo que fueron a capturar la ciudad y a deshonrar a todo Israel sacándoles los ojos a los habitantes de la ciudad (1 Sam. 11:2).

Pero, sorprendentemente, cuando Saúl se entera de esta noticia, convoca a los guerreros de Israel recreando lo que había hecho el levita en Jueces 19 cuando descubrió que su concubina había sido asesinada. Por ello, Saúl toma una yunta de sus bueyes, la corta en pedazos y envía esos pedazos a todo Israel, diciendo: “Así se hará con los bueyes del que no saliere en pos de Saúl y en pos de Samuel“. (1 Sam. 11:7). Saúl parece estar admitiendo la sangrienta historia de su clan, al tiempo que avanza en este relato de dos maneras: (1) Desmiembra animales, no seres humanos, y (2) convoca a Israel para que defienda a Jabes de Galaad, en lugar de atacarla. Después, una vez terminada la batalla, Saúl se niega a masacrar a los hombres que se habían opuesto a su gobierno, en contraste con la forma en que Israel había agravado su pecado después de masacrar al pueblo de Jabes de Galaad secuestrando a las mujeres vírgenes de Silo (Jue. 21:16-23). Saúl de Gabaa reproduce -pero redime- cada parte de la terrible historia de su clan.

Tenemos mucho que aprender de esto al considerar los aspectos oscuros de nuestras propias historias. En lugar de esconderlos en la vergüenza, el Evangelio de Jesús nos llama a confesar nuestros pecados y seguir adelante, reconociendo que Dios es lo suficientemente poderoso como para redimir incluso nuestros pecados para sus propios propósitos y gloria. Que Dios nos dé la valentía de confiarle nuestras historias -como hizo Saúl- en lugar de esconder nuestros pecados pasados en la vergüenza.

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