Lecturas Bíblicas: Día 120
Números 7 | Salmos 42–43 | Cantar de los cantares 5 | Hebreos 5
Ayer nos ocupamos de la clase no sacerdotal de personas santas en Israel: los nazareos. La lectura de hoy en Números 7 aborda otras dos cuestiones relativas a la santidad en el campamento de Israel.
Mientras que los sacerdotes y los nazareos eran las únicas personas santas, el tabernáculo estaba lleno de muchas cosas santas. Obviamente, todo lo que se usaba en el tabernáculo tenía que venir de alguna parte, y Números 7 es un registro de cómo todas las tribus de Israel contribuyeron con su parte en la consagración del templo. El capítulo es repetitivo, ya que cada tribu da exactamente la misma ofrenda (que se registra en su totalidad cada vez), pero hay algunos puntos realmente interesantes que queremos señalar en el camino.
En primer lugar, la palabra “ofrecieron” en Núm. 7:2 y “trajeron” en 7:3, así como la palabra “ofrecieron/ofreciendo/hicieron una ofrenda” (Núm. 7:10, 11, 12, 18, 19) son todas la palabra hebrea qarab, que ya vimos en las meditaciones de Núm. 3 y 5. Esta era la palabra utilizada para describir la ofrenda de una tribu a otra. Esta era la palabra que se usaba para describir el crimen de los forasteros que “se acercaban” (Núm. 1:51), así como el fuego extraño que Nadab y Abiú ofrecieron ante Jehová (Lv. 10:1; Núm. 3:4) -y debemos recordar que ambos crímenes se castigaban con la muerte.
Como hemos visto, acercar una ofrenda a la presencia de un Dios santo es algo sagrado y serio. Por tanto, no es una conclusión inevitable que Jehová acepte estas ofrendas a través de Moisés (Núm. 7:4-5), sino que, por gracia, Jehová recibe las ofrendas que su pueblo le acerca.
En segundo lugar, Moisés es la otra gran excepción, aparte de los nazareos, a la regla general de que sólo los sacerdotes eran clasificados como santos. Moisés no es sacerdote, ya que sólo Aarón y sus descendientes podían serlo (Éx. 28-29). Moisés desempeña a veces funciones sacerdotales, pero en realidad entra más en las categorías de mediador y profeta que de sacerdote.
Por tanto, como mediador del pacto, Moisés puede entrar en la tienda del encuentro para hablar con Jehová en el lugar santísimo, donde se encontraba el arca del pacto, y como profeta, Moisés oye la voz de Jehová que le habla desde lo alto del propiciatorio (Núm. 7:89).
Pero mientras que Moisés fue un gran mediador al que Dios utilizó para renovar su pacto con Israel y un gran profeta a través del cual Dios dio a Israel su ley, Jesús fue mucho mejor. Jesús no solo vino a inaugurar un nuevo pacto mejor que el de Moisés (Heb. 8:8-13), y no solo se convirtió en el último y más grande profeta de Jehová (Heb. 1:2), sino que también vino a asumir dos funciones que a Moisés no se le permitieron: servir como nuestro gran sumo sacerdote (Heb. 8:1-7) y reinar como nuestro rey para siempre (Heb. 1:8).