Lecturas Bíblicas: Día 53
Éxodo 5 | Lucas 8 | Job 22 | 1 Corintios 9
Cuando Moisés proclama a Israel todo lo que Jehová le ha llamado a hacer para sacar a Israel de Egipto, leemos que “Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.” (Ex. 4:31). Moisés había cumplido la parte más difícil de su tarea al conseguir que el pueblo de Israel se uniera a la misión, ¿verdad?
Pues no.
Moisés sabía que el faraón se negaría a dejar marchar a Israel (Éx. 3:19), e incluso sabía que Dios endurecería el corazón del faraón para que no dejara marchar a Israel (Éx. 4:21). Lo que Moisés no sabía, sin embargo, es que el faraón le daría la vuelta a la mesa haciendo que los israelitas trabajaran más exigiéndoles que recogieran su propia paja en lugar de proporcionárselas, argumentando que el pueblo de Israel era ocioso. Y de hecho, es muy posible que el pueblo dejara de trabajar tanto (o tal vez incluso dejara de trabajar por completo) mientras esperaban a ser liberados.1
Así pues, los israelitas atacaron a Moisés y Aarón con duras palabras tras salir de una decepcionante conversación con el faraón: “Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.” (Ex. 5:21). Moisés y Aarón habían hecho todo lo que Dios les había pedido, y se enfrentaban a la oposición no sólo del propio Faraón, sino ahora también del pueblo que había estado tan animado la noche anterior.
¿Qué hacer, entonces, cuando uno ha tratado de obedecer a Jesús, pero se encuentra en peores circunstancias que antes? La respuesta de Moisés a esta situación es instructiva: él ora. De hecho, no leemos que orara las palabras dulces, cursis y delicadas de un santo que no se preocupa por nada en este mundo, sino que vemos una de las oraciones más furiosas contra Dios de toda la Biblia en Éxodo 5:22-23: “Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.“.
Lo que debemos ver en esta historia (que retomaremos mañana) es que Dios no reprende a Moisés por esta oración, sino todo lo contrario. En lugar de ello, Dios responde inmediatamente a la airada oración de Moisés asegurándole que ahora (Ex. 6:1) es cuando Dios actuará para salvar a su pueblo.
Dios escucha nuestras oraciones airadas y las responde. La cuestión no es si Dios puede soportar que te desahogues con él; la cuestión es si confías en él lo suficiente como para confesarle lo que realmente sientes.
Notas al pie
- Douglas K. Stuart, Exodus, TNAC, vol. 2 (Nashville: Broadman and Holman, 2006), 162–63. ↩︎