Lecturas Bíblicas: Día 292
1 Reyes 22 | 1 Tesalonicenses 5 | Daniel 4 | Salmos 108–109
Aunque Acab se humilla ante el Señor en 1 Reyes 21, en el capítulo 22 nos enteramos de que esta humillación no es un verdadero arrepentimiento y fe en el Señor. Por el contrario, cuando Acab planea ir a la batalla contra los sirios con el rey Josafat de Judá como aliado, sólo consulta a falsos profetas hasta que Josafat le pide que mande llamar a un profeta fiel (1 R. 22:7, 14).
Micaías, después de repetir sarcásticamente las palabras de los otros profetas, le transmite a Acab una terrible visión. Micaías ve a Jehová en su trono, reuniendo a todos los ejércitos del cielo y preguntando quién podría atraer a Acab para que subiera a Ramot de Galaad, donde moriría (1 Re 22:19-20). El espíritu que el Señor elige propone este plan: “Saldré y seré un espíritu mentiroso en boca de todos sus profetas” (1 Re 22:22). El Señor sabe que Acab será engañado y seducido, por lo que envía al espíritu.
¿Qué debemos pensar de semejante visión? ¿Por qué enviaría el Señor espíritus mentirosos? ¿Hace algo parecido hoy en día?
En primer lugar, Jehová efectivamente envía un espíritu mentiroso a Acab, pero también revela que los profetas mienten. Además, la veracidad de Micaías es tan evidente para todos los presentes que el profeta Sedequías golpea a Micaías en la mejilla, exigiéndole: “¿Por dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti?” (1 Re 22:24). Sí, Jehová envía espíritus mentirosos para engañar a Acab, pero cuando éste decide ir a la batalla de Ramot de Galaad, lo hace en deliberada y voluntaria desobediencia a la palabra revelada de Dios.
En segundo lugar, debemos comparar este pasaje con otro similar del Nuevo Testamento. En 2 Tesalonicenses 2, leemos acerca del pueblo que se niega a recibir “el amor de la verdad para ser salvos.” (2 Tesalonicenses 2:10). Debido a esta dureza de corazón, “Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2 Tes. 2:11-12). En ambos casos, Dios sólo envía un “espíritu mentiroso” o un “fuerte engaño” en los casos en que las personas ya se han negado a creer y amar la verdad.
De hecho, Dios no engaña a la gente. Él ha revelado su verdad al mundo, tanto en su palabra escrita como en su palabra hecha carne, el Señor Jesucristo. La razón por la que los seres humanos rechazan la verdad de Dios es que “la luz vino al mundo, y la gente amó más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19). El mundo rechaza a Jesús porque ama más su pecado que la verdad de Dios.
La pregunta, entonces, es la siguiente: ¿Creerás la verdad de Dios, o persistirás en amar -y por lo tanto creer- las falsedades de este mundo?