Lecturas Bíblicas: Día 213
Jueces 15 | Hechos 19 | Jeremías 28 | Marcos 14
Los dos últimos días hemos estado meditando sobre cómo la vida de Sansón prefigura la vida y el ministerio de Jesucristo. Mañana volveremos sobre este tema, pero hoy deberíamos dedicar algún tiempo a reflexionar sobre la tragedia de la vida de Sansón. Ciertamente, Dios cumplió sus planes a través de él, pero Sansón es una advertencia para que no desperdiciemos los dones que Dios nos ha dado, ya que Dios nos da dones para sus propósitos, no para los nuestros.
En Jueces 15, encontramos a Sansón haciendo lo que Sansón hace a lo largo de toda su vida: atacar temerariamente a los filisteos de cualquier manera que le parezca correcta. Para ser claros, el problema de atacar a los filisteos o quemar sus campos no es la violencia de Sansón. Dios levantó a Sansón como juez en Israel precisamente con ese propósito: derrotar a los filisteos para dar paz al pueblo de Dios. El problema, más bien, está en la forma en que Sansón lo hace, buscando venganza sólo como represalia por sus propias venganzas personales.
Vemos una pista importante de que Sansón está cumpliendo su papel de juez de manera equivocada en Jueces 14:3, cuando Sansón estaba pidiendo originalmente a sus padres que le consiguieran a la mujer filistea como esposa. Allí le dijo a su padre: “Consíguemela, porque es recta a mis ojos“. Esta frase, “recta a mis [propios] ojos“, es la causa de todos los problemas de Israel en el libro de los Jueces. Justo después de la muerte de Sansón, al final de Jueces 16, leemos este resumen en Jueces 17:6 “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.“. Sansón hizo lo que hacían todos los demás en Israel al buscar hacer lo que era correcto a sus propios ojos, no lo que era correcto a los ojos de Jehová.
Sin embargo, Jehová usó a Sansón, y lo usó poderosamente. Pero aunque Jehová pueda usar nuestra total rebelión contra él para sus propios propósitos y gloria, no significa que estemos justificados en nuestra rebelión. Además, el pecado de Sansón causó directamente un sufrimiento innecesario en su vida. Dios lo utilizó, pero Sansón sufrió a causa de su pecado.
La lección que aprendemos de Sansón, entonces, es que Dios usa incluso a las peores y más desobedientes personas para sus propósitos en la construcción del reino de Cristo en esta tierra. Sin embargo, cuando desobedecemos a Dios, nos causamos sufrimiento innecesariamente. Además, debemos reconocer que no todos tienen la oportunidad de arrepentirse como lo hizo Sansón. Si te encuentras tratando de hacer lo que es correcto a tus propios ojos, arrepiéntete antes de que sea demasiado tarde.
Intenta hoy hacer lo que es correcto a los ojos de Dios, no a los tuyos. Arrepiéntete, cree en el evangelio, y busca obedecer a Jesús a través del poder del Espíritu Santo dondequiera que él te guíe-no sólo para la gloria de Cristo, sino también para tu bien.