Lecturas Bíblicas: Día 181
Josué 2 | Salmos 123, 124 & 125 | Isaías 62 | Mateo 10
Cuando Josué envía a dos espías a la ciudad de Jericó, los hombres se alojan en casa de Rahab, que era prostituta (Jos. 2:1), probablemente para pasar desapercibidos ante los funcionarios de Jericó. Los habitantes de Jericó descubren que los israelitas han entrado en su ciudad, pero cuando el rey envía un mensajero a Rahab para preguntarle por el paradero de los espías, ella les miente y les dice que hacía poco que habían abandonado la ciudad (Jos. 2:3-5). En realidad, Rahab los había escondido entre tallos de lino en su tejado (Jos. 2:6).
¿Por qué esta mujer se volvería contra su propio pueblo y protegería a los espías israelitas? La respuesta es sencilla: ha empezado a temer a Jehová. Los habitantes de Jericó han oído todo lo que Jehová ha hecho por Israel y un gran temor se ha apoderado de ellos (Jos. 2:8-11). Pero aunque este temor podría haber llevado a Rahab a traicionar a los espías, en lugar de ello opta por unirse a ellos. Suplica, entonces, que los hombres les perdonen la vida a ella y a su familia cuando el ejército de Israel venga contra Jericó (Jos. 2:12-13).
Los espías le prometen que harán lo que les ha pedido, pero con la condición de que cuelgue un hilo escarlata en su ventana. Del mismo modo que Jehová había pasado por alto las casas israelitas con la sangre de un cordero untada en el marco de la puerta, así también Israel pasaría por alto a cualquiera en la casa de la mujer cuando vieran el hilo escarlata en su ventana.
Como veremos en Josué 6, los hombres de Israel cumplen su promesa a Rahab y a su familia y les perdonan la vida gracias al hilo escarlata que colgaba de su ventana: una bella imagen de cómo Dios redime a su pueblo. Esta historia proclama por adelantado el hecho de que el Rey Jesús volverá un día para destruir a los malvados de la tierra, un hecho que debería causar pavor a los habitantes de esta tierra que se han rebelado contra él. Y, sin embargo, Jesús ofrece su propio hilo escarlata -su sangre derramada en la cruz- para que todos los que confíen en él queden a salvo de la ira venidera.
Pero la historia no termina ahí. Debido a su fe, la historia de Rahab se incluye en el Salón de la Fe en Hebreos 11:31. Y aún más que eso, Rahab la prostituta se casó con un hombre llamado Salmón, el padre de Booz. Booz se casó con otra mujer extranjera llamada Rut, que dio a luz a Obed, el padre de Isaí. E Isaí fue el padre de un muchacho llamado David, el antepasado (según la carne) de nuestro Señor Jesucristo (Mt. 1:5-6).
La gracia soberana de Dios puede alcanzar, redimir y comisionar incluso al menos merecedor de los pecadores, no sólo a Rahab, sino también a ti y a mí.