Meditación Bíblica para 2 Samuel 13

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Lecturas Bíblicas: Día 260
2 Samuel 13 | 2 Corintios 6 | Ezequiel 20 | Salmos 66–67

Natán se enfrentó a David por su pecado con Betsabé declarando esta palabra profética de Jehová: “Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.” (2 Samuel 12:10). Hoy, en 2 Samuel 13, vemos que esta profecía se cumple sombríamente cuando Amnón sigue los pasos de su padre en el pecado sexual y Absalón comete el pecado de su padre, el asesinato.

En primer lugar, el pecado de Amnón nos recuerda los peligros de mantener amigos astutos y malvados como Jonadab, que están ansiosos por ayudarnos a tramar nuestro pecado (2 Sam. 13:3-6). Como escribe Pablo: “No se dejen engañar: ‘Las malas compañías corrompen las buenas costumbres’” (1 Cor. 15:33). ¿Qué clase de compañía tienes?

En segundo lugar, también vemos en la historia de la violación de Tamar por Amnón la mentira absoluta de la tentación sexual. Aunque el deseo de Amnón por Tamar lo atormenta hasta el punto de enfermar físicamente (2 Sam. 13:2), su “amor” se convierte en un grado mayor de odio una vez que termina de violarla (2 Sam. 13:15). La razón por la que Dios nos prohíbe participar en actividades sexuales fuera del pacto del matrimonio -ya sea pornografía, fornicación, adulterio o actividad homosexual- no es que Dios quiera reprimir alguna gran necesidad que tengamos, sino en realidad porque reconoce que estos pecados nos destruirán. Satanás, sin embargo, nos miente, avivando nuestras emociones para que nos griten, diciéndonos falsamente que sólo podremos sentirnos profundamente realizados si sucumbimos a tales tentaciones. Debemos, por tanto, depender de la guía de Dios en su palabra y del poder de Dios a través de su Espíritu Santo para navegar con seguridad más allá de la destrucción del pecado.

Por último, esta historia nos presenta a Absalón, el hijo de David, una figura con la que pasaremos mucho tiempo en los próximos días. La ira de Absalón en reacción a la violación de Tamar por Amnón era normal, sana e incluso justa, pero las acciones que tomó en respuesta -asesinar a su hermano- fueron perversas. Si David hubiera administrado bien su casa, responsabilizando a Amnón de sus crímenes, Absalón no habría necesitado recurrir al asesinato. Pero, como dijimos en nuestra meditación de 2 Samuel 3, uno de los mayores fracasos de David como rey fue que se negó a disciplinar a quienes lo rodeaban, y vemos que David fracasó dos veces en disciplinar a sus hijos aquí en 2 Samuel 13: primero en el caso de Amnón y luego en el caso de Absalón.

El pecado engendra más pecado, así que debemos permanecer diligentes para mantenernos firmes incluso contra los pecados más pequeños que se cuelan en nuestras vidas. Por la gracia de Dios, vigila tu alma, huyendo una y otra vez a Jesús, que te persiguió a través de su vida, muerte y resurrección para que encuentres tu plena satisfacción en Él mientras das muerte al pecado en tu vida.

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