Meditación Bíblica para 2 Samuel 4-5

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Lecturas Bíblicas: Día 253
2 Samuel 4–5 | 1 Corintios 15 | Ezequiel 13 | Salmos 52, 53 & 54

Harry Emerson Fosdick dijo una vez una famosa frase: “Nadie, a excepción del predicador, llega a la iglesia desesperadamente ansioso por descubrir qué les ocurrió a los jebuseos“. Ahora bien, si Fosdick estaba describiendo situaciones en las que los pastores se obsesionan principalmente por trivialidades bíblicas con sus congregaciones, sin duda tenía razón. Pero desde otro punto de vista, Fosdick no podía estar más equivocado, ya que fue de los jebuseos de donde David captura la importantísima ciudad de Jerusalén, como descubrimos en 2 Samuel 5.

Aunque hasta ahora hemos tenido una interacción limitada con Jerusalén en la historia de la Biblia, Jerusalén se convertirá rápidamente en el escenario principal de la historia bíblica. Cada vez leeremos menos sobre la Tierra Prometida en general, que ha sido el centro de atención de la Biblia hasta este momento, y cada vez veremos más a Jerusalén como el lugar principal de la Tierra Prometida donde Jehová moraría con su pueblo.

David hace de Jerusalén el centro tanto del reino de Israel como de su culto, de un modo que asociará para siempre la ciudad de Jerusalén con él mismo. Puesto que David había sido quien capturó Jerusalén de manos de los jebuseos, y también porque David traslada allí su capital desde Hebrón, Jerusalén pasa a llamarse “la Ciudad de David” (2 Samuel 5:7, 9). Además, en 2 Samuel 6, David llevará el arca de la alianza a Jerusalén, y el hijo de David, Salomón, acabará construyendo un templo permanente en Jerusalén, donde Jehová fijaría su nombre.

Sin embargo, si hemos estado leyendo atentamente la historia de la Biblia, esto no debería sorprendernos. Ya en Génesis 14, cuando leímos la historia de esa curiosa figura que es Melquisedec, aprendimos que era a la vez el rey y el sacerdote de Salem (Génesis 14:18), es decir, de Jerusalén. Ahora bien, parte de la introducción de la ciudad de Jerusalén en Génesis 14 fue para contrastar a Jerusalén con Babilonia, la ciudad malvada de Génesis 11,1 pero la otra parte de esta historia fue para establecer -desde el principio mismo de la Biblia- una figura que podía servir como rey y como sacerdote en Jerusalén. David serviría como rey, pero como aprendimos una vez más de la historia de Saúl, David tenía prohibido usurpar el papel de sacerdote, ya que David no era de la línea de Aarón.

De hecho, estas historias anticipan el día en que el Hijo mayor de David vendría a este mundo para reclamar su trono en Jerusalén como sacerdote, no en la línea de Aarón, sino según el orden de Melquisedec. Y cuando Jesús viniera a reclamar tanto su reino como su sacerdocio, no lo haría conquistando a los jebuseos, sino ofreciéndose a sí mismo para ser conquistado como sacrificio único para quitar los pecados de su pueblo.

El destino de los jebuseos no es ninguna trivia. De hecho, todo el evangelio de Jesús depende de lo que les sucedió.

Notas al pie

  1. Para mayor detalle de este punto, ver la meditación sobre Génesis 14. ↩︎

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