Concéntrate entonces en la forma en que concluye la canción en Jueces 5:31: “Así perezcan todos tus enemigos, oh Jehová; Mas los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza.” A pesar de nuestros posibles recelos, es importante reconocer que la Biblia es una historia de guerra: en el nuevo pacto, nuestra guerra es espiritual y no contra carne y sangre (Ef. 6:12), pero no deja de ser una guerra. El profundo quebrantamiento de la creación no puede resolverse mediante movimientos pacifistas o una hábil diplomacia, ya que nuestro adversario, el diablo, no desea otra cosa que nuestra aniquilación total (1 Pe. 5:8). No puede haber paz duradera hasta que Jesucristo ponga a todos sus enemigos bajo sus pies para siempre (1 Co. 15:25).