Si David hubiera cumplido con sus responsabilidades o incluso si simplemente hubiera evitado avivar las llamas de su lujuria, los acontecimientos que siguieron nunca habrían sucedido, y este punto es quizás el más instructivo para nosotros. Un gran pecado casi nunca nos toma totalmente por sorpresa. Por el contrario, Satanás sabe cómo poner los cimientos del pecado ladrillo a ladrillo. Nunca olvidemos que la lucha contra el pecado a menudo se gana -o se pierde- horas o días o semanas o meses o incluso años antes de que se presente una oportunidad específica para pecar.