Tenemos mucho que aprender de esta historia al considerar los aspectos oscuros de nuestras propias historias. En lugar de esconderlos en la vergüenza, el Evangelio de Jesús nos llama a confesar nuestros pecados y seguir adelante, reconociendo que Dios es lo suficientemente poderoso como para redimir incluso nuestros pecados para sus propios propósitos y gloria. Que Dios nos dé la valentía de confiarle nuestras historias -como hizo Saúl- en lugar de esconder nuestros pecados pasados en la vergüenza.